El pesimismo económico se quintuplica desde la llegada de Zapatero al poder

(PD).- Los esfuerzos del presidente del Gobierno por no llamar «crisis» a la difícil situación económica que está viviendo España no han servido para amortiguar las percepciones de los ciudadanos, que, según se refleja en el Barómetro de junio del CIS, no han sido muy permeables a las piruetas semánticas con las que se ha tratado de maquillar problemas que están sufriendo en primera persona a la hora de pagar la letra de la hipoteca, de buscar trabajo o de llenar el carro en el supermercado.

Así, son holgada mayoría (un 55´8 por ciento) los españoles que califican como «mala» o «muy mala» la situación económica. Y además una proporción ampliamente significativa (42,3 por ciento) de los consultados por el Centro de Investigaciones Sociológicas cree que dentro de un año las cosas irán peor.

Es un pesimismo generalizado, creciente, e inédito en los últimos años, que se ha duplicado desde junio de 2007 (con un 24,5 de consultados que veía la situación «mala» o «muy mala») y se ha casi quintuplicado desde abril de 2004, momento en el que José Luis Rodríguez Zapatero formó su primer gobierno. Entonces, sólo el 11,8 por ciento de los encuestados suscribía esa visión negativa de la economía nacional.

El deterioro de la situación económica ha calado de forma galopante en la opinión pública en los últimos meses, pero no fue hasta el barómetro de mayo cuando se superó por vez primera la barrera, tan significativa en los estudios demoscópicos, de la «mayoría pesimista».

Así, ya en ese penúltimo sondeo un 51´5 por ciento de quienes respondieron a las preguntas del CIS certificó esa convicción negativa y en sólo un mes, según el barómetro difundido ayer, se ha incrementado en más de cuatro puntos (con ese 55´8 por ciento) la proporción de ciudadanos que se suman a ella.

Salvado antes del 9-M
Otro aspecto significativo que la encuesta pone de manifiesto es que el Gobierno supo contener el «tsunami» de esa calificación pesimista antes de las elecciones de marzo, ayudado por el hecho de que ciertos indicadores se han desplomado después y de que se logró aplazar el estallido de la burbuja inmobiliaria.

En el último barómetro antes de los comicios, el de febrero, quienes catalogaban la situación económica como «mala» o «muy mala» eran un 36,4 por ciento. Han pasado sólo cuatro meses, y junio retrata a casi un 20 por ciento más de españoles que perciben inequívocamente una crisis.

Y eso que cuando se les encuestó no se sucedían en cascada los «mazazos» de estos últimos días: tras la suspensión de pagos de Martinsa-Fadesa, ha llegado la rebaja de Solbes en la previsión de crecimiento (reducida ya al 1,6 por ciento), ha aumentado el paro y se han anunciado despidos masivos en grandes compañías como Spanair.

La mala salud de la economía ha modificado también sustancialmente las inquietudes de los ciudadanos. De modo que, a la pregunta sobre los principales problemas que existen actualmente en España, los encuestados sitúan en primera posición por primera vez en los últimos años los problemas económicos (58´3 por ciento), seguidos muy de cerca por el paro, que ocupó el primer lugar en el anterior barómetro de mayo y que ahora es mencionado por el 53,8 por ciento.

Otro dato elocuente es que disminuye sensiblemente la preocupación por el terrorismo de ETA, pues en mayo fue considerado como uno de los principales problemas de España por el 31,4 por ciento de los consultados, y en junio sólo por el 22´9. De hecho, la inmigración, que inquieta al 26,9 por ciento de los ciudadanos, le ha arrebatado el tercer lugar de la lista. La vivienda ocupa la quinta plaza, pues está en la mente del 21,5 por ciento.

Ya a gran distancia y en otra «división», más de diez puntos por debajo, quedan la seguridad ciudadana (10,7), la calidad del empleo (8,6), los partidos y clase política (6,9), la sanidad (4,1) y la educación (3,9).

Conciliación: sí pero…
El CIS también se ha interesado en esta ocasión por la conciliación de la vida familiar y laboral de los españoles y ha averiguado que, pese a que el 73 por ciento de los ciudadanos considera que las empresas dan pocas facilidades para ello, es casi igual de amplia la mayoría (67,6 por ciento) que se declara satisfecha con su horario laboral.

Además, el 66,9 no estaría dispuesto a reducir sus horas de trabajo si ello implicase una disminución del sueldo. Una pregunta relativa a las labores domésticas pondrá sin duda en alerta a la ministra de Igualdad Bibiana Aído, ya que aún el 44,1 por ciento de los españoles cree que, en el ámbito familiar, si uno de los componentes de la pareja tiene que trabajar menos para ocuparse de la casa y de los hijos, debería ser la mujer la que asumiese ese papel.

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