El Gran Apagón del 28 de abril de 2025, oficialmente el ‘cero energético’, dejó un impacto económico devastador para España, con pérdidas estimadas en 1.000 millones de euros en un solo día.
Algunos cálculos elevan la cifra a 2.000 millones, incluyendo daños colaterales como alimentos perecederos, interrupciones contractuales y compensaciones a empresas.
Sectores clave como la industria (14% del PIB diario), los servicios (70% del PIB), el transporte aéreo y las pymes sufrieron un parón forzoso, con consecuencias especialmente graves para las pequeñas empresas sin acceso a generadores.
Y como telón de fondo, una red de mentiras y bulos, impulsadas por el marido de Begoña y su cuadrilla de ineptos.
El pasado 28 de abril, España vivió uno de los episodios más críticos en su historia reciente cuando un apagón masivo paralizó prácticamente todo el territorio peninsular.
Lo que comenzó como un corte de luz repentino a las 12:33 horas se convirtió rápidamente en una crisis nacional con graves consecuencias económicas y humanas que, casi dos semanas después, siguen evaluándose.
Jano García (@janogarcia_) reacciona a las palabras de Pedro Sánchez sobre reducción de los accidentes duranta la caída de la red eléctrica: "No es IA. No hemos manipulado nada. ¡EL APAGÓN SALVÓ VIDAS!" pic.twitter.com/hskV62o0uz
— ViOne (@viOnemedia) May 8, 2025
El coste económico: mil millones de euros en pérdidas
El impacto económico del apagón ha sido cuantificado oficialmente en aproximadamente 1.000 millones de euros, una cifra que refleja la magnitud de la catástrofe.
Este dato, que ya circulaba en estimaciones preliminares, ha sido confirmado por diversos análisis que han evaluado las consecuencias del corte eléctrico en múltiples sectores.
La paralización fue casi instantánea: en apenas cinco segundos, el país quedó sumido en el caos.
Los semáforos se apagaron generando atascos monumentales en las principales ciudades, los transportes públicos se detuvieron abruptamente dejando a miles de pasajeros atrapados, y las redes de comunicación colapsaron, imposibilitando las llamadas de emergencia y el contacto entre familiares.
Carlos Condori, un obrero de 19 años que viajaba en el metro de Madrid cuando ocurrió el incidente, relató su experiencia: «Se fue la luz y el vagón se detuvo. No hay ni cobertura, no puedo llamar a mi familia ni ir al trabajo».
Esta situación se multiplicó por miles en todo el territorio nacional.
En lugares emblemáticos como la Plaza de Cibeles en Madrid, los cortes de semáforos provocaron un caos vehicular sin precedentes, mientras las sirenas y bocinas llenaban el ambiente. Trabajadores de oficinas quedaron varados en las calles, y muchos ciudadanos expresaban su preocupación por los alimentos almacenados en sus refrigeradores, anticipando pérdidas adicionales.
🔴CONFIRMADO POR LAS CAJAS NEGRAS DEL SISTEMA ELÉCTRICO.
El GRAN APAGON, se produjo por mala gestión de REE y Sánchez sabía que podía haberse evitado la 6ta PLAGA de su Apocalíptico Gobierno.
De hecho, se podía haber evitado el APAGON desde las 10:00hrs de ese mismo dia👇 pic.twitter.com/8Eknit0RlA
— EQUALIZER3 (Eduardo G) (@egtegain) May 3, 2025
El impacto en el mercado eléctrico
Una de las consecuencias más inmediatas del apagón fue el disparo en el precio de la electricidad. Según datos del mercado eléctrico español, el coste de la luz se multiplicó por cinco debido a la necesidad urgente de recurrir a centrales de ciclo combinado, que utilizan gas natural, una fuente mucho más cara que las renovables.
Lo paradójico de la situación es que justo antes del apagón, el precio de la luz era extremadamente bajo, con una media de apenas 5,79 euros por megavatio hora (MWh), e incluso se registraron precios nulos o negativos en algunas horas debido a la utilización mayoritaria de fuentes renovables. Esta base tan baja hizo que cualquier subida posterior pareciera más brusca, aunque sin alcanzar los picos más altos registrados en meses anteriores.
Para restablecer el suministro tras el apagón, fue necesario activar centrales de ciclo combinado, que funcionan quemando gas natural. Estas centrales son significativamente más costosas de operar porque dependen de una materia prima de precio elevado. Y como el mercado eléctrico español es marginalista, el coste de la electricidad no se calcula en función de la media del precio de todas las fuentes, sino del precio de la última fuente de energía que entra en juego para cubrir la demanda total.
El trágico balance humano
Más allá de las pérdidas económicas, el apagón ha dejado un balance humano devastador. Al menos cuatro personas han fallecido en circunstancias directamente vinculadas con la interrupción del suministro eléctrico.
En Portugal, una persona de 77 años que dependía de un respirador mecánico falleció cuando el dispositivo se quedó sin batería y el Servicio Nacional de Emergencias Médicas no llegó a tiempo para auxiliarla.
En España, tres víctimas «de edad avanzada y con necesidades especiales» fueron localizadas en un domicilio situado en el pequeño municipio gallego de Taboadela. Según el comunicado del servicio de emergencias 112 del gobierno regional, «una vez en el interior del inmueble, los efectivos detectaron la presencia de un generador que había sido prestado para asistir a una de las víctimas, que precisaba una máquina de oxígeno». En el lugar «se confirmó el fallecimiento de las tres personas y se detectó una alta concentración de monóxido de carbono en el ambiente».
Los medios regionales españoles también informaron de otras posibles víctimas, entre ellas una mujer fallecida en un incendio desatado por una vela, aunque estas muertes no han sido confirmadas oficialmente por el gobierno español.
El apagón más grave de la historia reciente
El masivo corte eléctrico del 28 de abril ha sido catalogado como el más grave registrado en España, tanto por su alcance —que afectó a todo el territorio peninsular salvo las islas y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla— como por el número de personas afectadas: prácticamente toda la población.
Este incidente supera con creces otros apagones históricos, como el ocurrido el 24 de julio de 2021, cuando una avería eléctrica dejó sin luz a cientos de miles de hogares en varias zonas de España durante aproximadamente 45 minutos. En aquella ocasión, la causa fue una incidencia en una línea de muy alta tensión provocada por un hidroavión que originó un fallo en la red francesa.
También supera al apagón del 4 de noviembre de 2006, cuando una avería eléctrica dejó sin suministro a unos diez millones de personas en nueve países europeos, incluida España.
Causas y reacciones
Aunque inicialmente circularon rumores sobre un posible ciberataque, esta hipótesis fue descartada por las autoridades. Según la información disponible, el apagón se produjo a las 12:33 horas del lunes 28 de abril, coincidiendo con un momento de alta producción de energía solar fotovoltaica, que representaba casi el 33% de la generación eléctrica en ese momento.
La distribución de fuentes de generación en la España peninsular justo antes del apagón era la siguiente: solar fotovoltaica (32,95%), ciclo combinado (23,68%), hidráulica (21,13%), eólica (13,09%), cogeneración y residuos (3,55%), turbinación bombeo (2,25%), solar térmica (1,47%), térmica renovable (0,86%) y carbón (0,65%).
Consecuencias para el sector eléctrico
El apagón también ha puesto de manifiesto la vulnerabilidad del sistema eléctrico español y las posibles consecuencias para las grandes empresas del sector. Compañías como Iberdrola, Endesa y Naturgy, cuyos beneficios dependen en gran medida de las redes de distribución, podrían ver afectados sus resultados si no se toman medidas para reforzar la infraestructura.
Según datos de 2024, el EBITDA de Iberdrola fue de casi 17.000 millones de euros, con un 38% proveniente de redes. Endesa alcanzó los 5.300 millones, con aproximadamente un 33% de distribución eléctrica, mientras que Naturgy, con un EBITDA de 5.400 millones, obtiene aproximadamente el 45% de su negocio de redes eléctricas y gas.
Para todas estas empresas, «cada kilovatio-hora que no circula por sus redes impacta directamente en su rentabilidad», lo que podría traducirse en pérdidas significativas si no se implementan soluciones efectivas para prevenir futuros apagones.
Lecciones y desafíos futuros
El apagón masivo del 28 de abril ha dejado al descubierto importantes vulnerabilidades en el sistema eléctrico español y ha planteado serios interrogantes sobre la capacidad del país para gestionar crisis energéticas de esta magnitud.
La dependencia cada vez mayor de fuentes renovables, aunque positiva desde el punto de vista medioambiental, requiere sistemas de respaldo y protocolos de emergencia más robustos para evitar que fallos puntuales se conviertan en crisis generalizadas.
Asimismo, la tragedia humana asociada al apagón subraya la necesidad de mejorar los protocolos de atención a personas vulnerables dependientes de equipos médicos eléctricos, garantizando sistemas de respaldo efectivos y respuestas de emergencia más ágiles.
El coste económico de mil millones de euros representa un duro golpe para una economía que ya enfrentaba diversos desafíos, y plantea la urgencia de inversiones en infraestructuras más resilientes que puedan prevenir o, al menos, mitigar el impacto de futuros incidentes similares.
A medida que España avanza en su transición energética hacia un modelo más sostenible, el equilibrio entre innovación, seguridad y fiabilidad del suministro se presenta como uno de los mayores retos para el sector energético y para la sociedad en su conjunto.

