El INE y el Gobierno nos siguen vendiendo un crecimiento económico que, visto con lupa, no se sostiene.
Entre el PIB nominal, el PIB real y la inflación aparecen diferencias que no son simples decimales, sino auténticos agujeros en la credibilidad de nuestras estadísticas. El gran problema se concentra en 2025.
Según los datos oficiales, en términos reales la economía española crece un 1,3%, mientras que en términos nominales lo hace un 2,4%.
La inflación, sin embargo, avanza un 2,1%.
Haciendo el ajuste correcto, ese 2,4% de PIB nominal menos el 2,1% de inflación debería dejarnos un crecimiento real de apenas 0,3%.
Y, sin embargo, el INE publica un 1,3%. Ese punto entero de diferencia no es un detalle menor: supone multiplicar por más de cuatro el crecimiento real de la economía. Una manipulación estadística de este calibre no es una cuestión técnica, es una operación política para vender que España “va bien”.
Mientras tanto, la realidad es otra: la inflación sigue erosionando el poder adquisitivo, el consumo de las familias se hunde, y el supuesto crecimiento no se nota en los bolsillos.
Lo que vemos aquí no es un país que progresa, sino un relato maquillado que esconde la fragilidad de nuestra economía.