Los últimos datos del Observatorio de Márgenes Empresariales publicados por la Agencia Tributaria muestran una radiografía inquietante del tejido productivo español.
En solo un año, el número de empresas activas ha caído un 5,8%, pasando de 981.807 en el primer semestre de 2024 a 925.316 en el mismo periodo de 2025.
Y aquí llega la paradoja: mientras hay menos empresas, las ventas totales han subido un 4,6%, impulsadas por el mercado interior (+5,4%) y en menor medida por las exportaciones (+1,3%).
Es decir, la concentración aumenta: menos compañías facturando más. La masa salarial también crece un 6,4%, al igual que el salario medio (+4,6%), aunque el empleo apenas mejora (+1,7% perceptores medios).
Pero el dato más preocupante es que el Resultado Bruto de Explotación, que refleja los beneficios empresariales, se mantiene estancado en los 157.800 millones.
En otras palabras: los costes suben (salarios, impuestos, financiación), pero los beneficios no avanzan. La rentabilidad empresarial se erosiona, lo que en un contexto de caída del número de empresas dibuja un panorama muy peligroso para la economía española. Este modelo no es sostenible: menos empresas, más presión y beneficios planos. Un cóctel que anticipa nuevas dificultades en inversión, empleo y competitividad.