Lo que comenzó como un inocente selfie en las paradisíacas Islas Mauricio ha terminado convirtiéndose en el centro de todas las miradas.
Amelia Bono, hija del exministro socialista José Bono, se encuentra en el ojo del huracán mediático tras publicar una fotografía que ha incendiado las redes sociales por un detalle que no pasó desapercibido: un objeto blanco y alargado en el suelo que muchos identificaron como un preservativo usado.
La imagen, aparentemente rutinaria, mostraba a Amelia posando frente a un espejo con bañador naranja y pantalones de encaje, en una típica estampa vacacional.
Sin embargo, en la esquina inferior de la fotografía apareció el polémico objeto que desató todo tipo de especulaciones y comentarios en redes sociales.
Tras la viralización de la imagen, la propia Amelia ha tenido que salir al paso de la controversia, reconociendo que «es cierto que parece lo que se está diciendo», aunque sin confirmar explícitamente la naturaleza del objeto.
En declaraciones recogidas por varios medios, la hija del exministro ha sugerido que podría tratarse simplemente de «un kleenex» y no de lo que muchos han insinuado.
El imperio inmobiliario de los Bono
Más allá de la anécdota viral, este incidente ha vuelto a poner sobre la mesa las cuestiones relacionadas con el patrimonio de la familia Bono, un tema que ha generado controversia durante años. José Bono, padre de Amelia y figura destacada del PSOE, ha acumulado a lo largo de su carrera política un patrimonio considerable que ha sido objeto de escrutinio público.
Según documentación de 2008, los ingresos de Bono y su familia ascendieron a 1.253.325 euros. Su patrimonio incluía entonces 12 propiedades inmobiliarias y una hípica en Toledo, valoradas en más de 5,5 millones de euros, aunque con hipotecas que sumaban 1.835.144 euros.
La fortuna del exministro socialista ha sido cuestionada en numerosas ocasiones, especialmente considerando que su carrera política no parecía justificar un enriquecimiento tan elevado. Bono ha defendido siempre que su riqueza proviene de una herencia familiar y de inversiones realizadas legalmente, aunque las críticas desde diversos sectores han puesto en duda estas afirmaciones.
Maniobras financieras y separación de bienes
Uno de los movimientos más comentados en la gestión patrimonial de José Bono fue la separación de bienes que realizó con su mujer en 2004, justo antes de ser nombrado ministro de Defensa. Esta maniobra le permitió repartir el patrimonio entre sus hijos (entre ellos Amelia) y equilibrar los activos de ambos cónyuges.
Dos años después, en 2006, Bono permutó un piso en Mirasierra (Madrid) por dos apartamentos en Estepona, escriturados a nombre de la sociedad de su mujer. Esta operación llamó especialmente la atención porque el promotor de la obra era Rafael Santamaría, empresario con quien Bono mantenía una relación cercana.
Los negocios familiares han sido otra fuente importante de ingresos. Ana María Rodríguez, esposa de Bono, y una de sus hijas administraban seis tiendas de la joyería Tous que reportaron en tres años 1.206.000 euros de beneficio. Paralelamente, la empresa Hípica Almenara, SL, propiedad de Bono y sus hijos, generó más de 1.258.200 euros en cuatro años.
Conexiones internacionales y propiedades en el extranjero
Las inversiones de la familia Bono no se limitan al territorio español. Existen indicios de propiedades e inversiones en países como República Dominicana y Marruecos, aunque la relación completa de estos bienes sigue sin esclarecerse totalmente.
La República Dominicana, en particular, ha sido mencionada en diversas investigaciones como un destino preferente para las inversiones de políticos españoles. Este país caribeño ha sido señalado como un centro estratégico para actividades financieras transnacionales y, en algunos casos, para el presunto blanqueo de capitales.
José Bono tuvo relaciones comerciales con Carlos Sánchez Hernández, un empresario condenado en el ‘caso Malaya’ que poseía terrenos en República Dominicana. Estas conexiones internacionales han alimentado las dudas sobre el origen y la gestión de la fortuna familiar.
De la polémica viral a las cuestiones de fondo
Mientras Amelia Bono intenta zanjar la controversia sobre su fotografía viral, las preguntas sobre el patrimonio familiar siguen sin respuesta clara. La rapidez con la que los miembros de la familia han adquirido propiedades de lujo contrasta con las explicaciones ofrecidas sobre el origen de su fortuna.
El caso de los Bono no es único en el panorama político español. La República Dominicana, por ejemplo, ha sido mencionada en investigaciones relacionadas con otros políticos del PSOE como Felipe González, y más recientemente en el llamado ‘Caso Koldo’, vinculado al entorno del exministro José Luis Ábalos.
Curiosidades del clan Bono
Entre los datos más llamativos del patrimonio de los Bono destaca el contrato que José Bono firmó con la editorial Planeta por 752.000 euros para la publicación de sus memorias. Una cifra considerable que se suma a los ingresos procedentes de los negocios familiares.
La hípica propiedad de la familia no es solo un negocio lucrativo sino también un símbolo de estatus. Hípica Almenara, SL ha sido una fuente constante de ingresos, generando más de un millón de euros en apenas cuatro años.
Amelia Bono, protagonista del reciente escándalo viral, ha seguido los pasos empresariales de la familia. Tras su separación de Manuel Martos, con quien estuvo casada durante once años, ha continuado desarrollando su faceta como influencer y empresaria, acumulando cientos de miles de seguidores en redes sociales.
La polémica del preservativo en la fotografía podría parecer anecdótica, pero ha servido para recordar las cuestiones pendientes sobre el patrimonio de una de las familias más influyentes del socialismo español. Un imperio inmobiliario construido durante décadas de servicio público que sigue generando interrogantes sobre su origen y gestión.
Mientras Amelia intenta dejar atrás este episodio viral, las preguntas sobre cómo una familia vinculada principalmente al servicio público ha logrado amasar una fortuna millonaria siguen sin respuesta satisfactoria. El preservativo de la discordia ha terminado siendo el menor de los problemas para el clan Bono.