La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Iglesia y maniqueísmo

A la hora de oír hablar sobre la Iglesia hay dos tipos de posturas, aparentemente enfrentadas entre sí, que me molestan sobremanera. Ambas por su inagotable carga de maniqueísmo. La primera, que podríamos catalogar como “externa”, consiste en una serie de tópicos y estereotipos que se repiten machaconamente, por sistema y sin individualizar cada caso. Básicamente, se pueden reducir a estos calificativos eclesiales: intolerante, anticuada, privilegiada, abusadora, machista, homófoba… Da igual que cada situación sea más o menos compleja; da igual quién ostente la representación. La sentencia es negativa en grado sumo, sin matices. Y esto se ve en ciertos medios y en ciertas personas y colectivos.

Vayamos ahora a la segunda posición, que podríamos calificar como “interna”. Como católico, esta es la que me molesta más. Achacable a ciertos medios y a ciertas personas y colectivos católicos, en general consiste en una actitud de autodefensa, gestada como natural y manifestada de un modo radical, que ve a todo lo que rodea a la Iglesia, sin pertenecer a ella (como si habláramos de una institución y no de una comunidad, que es lo que realmente es), como “enemigo”. Si un medio que no es “de Iglesia” habla sobre la Iglesia, si lo que recoge es negativo, enseguida es tachado de “sectario, sesgado y manipulador”. Da igual si informa sobre casos reales de corrupción en la banca vaticana, de abusos a menores por parte de clérigos o de actitudes de desprecio a los semejantes. Si alguien de “fuera” valora lo de “dentro”, la reacción instantánea en el sector maniqueo es de desprecio y negación. Sin pensar, sin cuestionarse nada.

Estoy encantado con la claridad con la que se manifiesta el papa Francisco. Se le entiende todo. Afirma lo mismo que sus predecesores, pero su éxito radica en lo cristalino de su modo de expresarse y actuar, testimoniando la mayoría de las veces con su propio ser. Así, el visto por muchos como máximo representante humano de los católicos, no duda en decir que prefiere una Iglesia que se equivoca y entra en crisis por intentar vivir con creatividad su misión a una que “se enferma por encerrarse en sí misma”. Bergoglio será recordado como el Papa de las “periferias”, aquel que nos animó a ser autocríticos con nosotros mismos y a salir fuera al encuentro de los demás, con entrañas de misericordia. Nos podremos equivocar, sí. Pero el gran error será mirarnos el ombligo y ver en el resto de nuestros compañeros de especie a unos enemigos que nos desprecian y a los que hemos de combatir.

No me gustan los lobos que vienen de fuera para comerse a las ovejas. Pero aún más rechazo me causan las ovejas que, cegadas, solo saben caminar en rebaño.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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