Ya estoy preparado. Como la víspera de mi primer concierto de Joaquín Sabina, cuando tenía el alma lista para ser traspasada por un halo de nostalgia. Como la noche antes de ver a Mariza desgarrarse en un fado hondo, sabiendo que querría perderme muchas noches en los rincones de la Lisboa antigua. Como las horas previas a asistir a mi primera corrida de José Tomás, teniendo por cierto además que la historia pesaba y apuraba, pues era la última tarde en Barcelona y yo acudía desde los Madriles con la fe de un peregrino. Como las anochecidas previas a asistir por vez primera a encuentros con Juan Pablo II y Benedicto XVI, cuando sabía que me postraría en un íntimo cenáculo ante quien porta el cayado del Maestro. Como me gustaría estar hoy, si estuviera en Río de Janeiro y fuera a conocer a Francisco, el Papa revolucionario.
Ya estoy preparado para mi primicia de escuchar mañana, en el Circo Price de Madrid, la voz rota de Concha Buika. Yo mismo voy con el alma partida, predispuesto mi ser a quedar golpeado por su verdad. Llevo las entrañas a la vista, abierto en canal por el pecho. Acudo con las venas rajadas para que no se quede fuera nada del arte de esta libertaria cuyo andar vital es única y exclusivamente pasión.
Es mi primera vez con Concha Buika. Voy muerto. Y quiero ser redimido.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA