Antes de escribir esto he inspirado y respirado hasta controlar el ritmo, por lo que no va a salir de mi boca ningún exabrupto. Solo quiero ilustrar hasta qué punto, si bien la Iglesia es una, en ella hay dos almas que luchan entre sí. Voy a poner dos ejemplos plenos de actualidad con el ejemplo respectivo de dos altos prelados.
Uno de ellos es Santiago Agrelo, arzobispo de Tánger. Este pastor, gallego y franciscano, es el obispo español que más claro habla respecto a la injusticia causada por Europa al África subsahariana. Consciente de que nosotros arrasamos el continente africano con un colonialismo que hoy continúan las empresas del mal llamado Primer Mundo, no tiene pelos en la lengua a la hora de calificar de “holocausto” el sacrificio que miles y miles de inmigrantes del Subsahara padecen hasta llegar a nuestra Europa. Ante los atroces hechos del pasado jueves, por los que al menos 13 personas murieron ahogadas al lanzarse a cuerpo al mar (tras ser “disuadidas” por las fuerzas de seguridad de Marruecos y España), este obispo ha cargado contra los gobiernos culpables, los medios de comunicación cómplices y la sociedad dormida. Así, Agrelo afirma cosas como esta hoy: “Es inaceptable que el negrero de ayer perviva en los gobiernos que hoy vuelven a encadenar la libertad de los africanos, supeditándola a los intereses económicos de un poder opresor”. Esto no lo dice ningún obispo a este otro lado del Estrecho…
Más lejos, al otro lado del Atlántico, el cardenal de Santo Domingo, la capital de la República Dominicana, es Nicolás de Jesús López Rodríguez. En un encuentro con religiosos jesuitas, el purpurado se ha permitido llamar “sinvergüenza” a Mario Serrano y ha descalificado al Centro Bonó. Recientemente, tuve el placer de conocer en Madrid a este sacerdote jesuita y conocer algo más de una institución de la que ya había escrito anteriormente, maravillándome por su apuesta por la educación inclusiva en contextos de marginalidad y su impulso de la cultura democrática en la sociedad. ¿Por qué los ha insultado el cardenal? Porque Mario Serrano y el Centro Bonó han movilizado a miles de personas, dentro y fuera del país, contra una decisión del Tribunal Constitucional de quitar la nacionalidad a 250.000 dominicanos de origen foráneo, principalmente de la vecina Haití. Algo que deja a este importantísimo colectivo sin derechos de ningún tipo. Para López Rodríguez, denunciar esto es una intromisión en la política interna del país, dejándose guiar los religiosos, a su juicio, por intereses de “izquierdistas” internacionales. Basta ver el video de la bronca (porque lo es) a los jesuitas para echarse a llorar. Con un talante autoritario, aconseja a los jesuitas que “callen” a Mario Serrano y a este que abandone su condición de religioso, “que se vaya”… Y todo encuadrado en un “a mí aquí se me respeta”… ¿Dónde está el Evangelio? ¿De dónde proviene esa autoridad hablando entre hermanos?
La Iglesia, en definitiva, tiene dos almas. Como todo organismo vivo en la humanidad, por cierto, porque los hombres somos así y eso se refleja en todas las instituciones. No hace falta decir que a mí me engancha la que representan Santiago Agrelo y Mario Serrano. Aunque a veces a ambos les caigan capones por hablar en libertad y defender la dignidad de todas las personas. La justicia siempre tiene enemigos. Incluso en la Iglesia.
MIGUEL ÁNGEL MALAVIA
