La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Las mil caras de la pasión

Lisboa. Real Madrid y Atlético se encuentran en la final de la Copa de Europa. El partido agoniza y los rojiblancos, con 0-1, tienen asida con las dos manos la ansiada orejona. Su hinchada saca pecho y humilla a la rival con todo tipo de cánticos. Se trata de celebrar y, de paso, roer el orgullo del vecino. Minuto 93. Gol de Sergio Ramos. Prórroga y orgasmo merengue con un 4-1 que se resume en una palabra: Décima. En la grada blanca, todos son felices, muchos lloran de emoción y algunos cantan ofendiendo a los atléticos. Al final, todos los madrileños vuelven a casa. Sin incidentes destacables. Eso sí, cada uno recordará este partido de un modo muy diferente el resto de su vida.

¿Están mal los insultos? Sí. ¿Son un pésimo ejemplo para los niños? Totalmente. ¿Hay que combatirlos? Por supuesto, pero con sentido común, pues la pasión tiene mil caras y solo hay que matar una: la realmente violenta. Gritar “puta Atleti” o “puta Madrid”, aunque esté mal, nunca puede llevar a que se retire el carnet de un socio. Insultar a alguien por su raza, sus ideas, su credo o su orientación sexual ha de estar penado siempre. Arrastrar la memoria de un fallecido o “echar en cara” la enfermedad de un ser querido a un jugador es una villanía que ha de estar penada siempre. Hacer la vida imposible a un árbitro, en Primera y en Tercera División, ha de estar penado siempre.

La labor es compleja, pues hablamos de un fenómeno con muchos vértices y hay que sacar la escuadra y el cartabón. Con lo que no hay que calcular nada es con los ultras. Escoria delincuente que se organiza en grupos paramilitares y que pone al deporte como excusa para ensalzar su ideología política totalitaria (sea diestra o zurda), no tiene cabida en los estadios. Que los clubes les nieguen entradas, viajes y espacios propios en los campos. Que se les impida vender su merchandising en sus alrededores. Que los jugadores no compren sus aplausos durante los partidos con prebendas. Que la prensa no les dé voz y sí cuente todas sus barrabasadas. Aquí la acción será costosa y demandará la implicación de todo el mundo del deporte. Pero al menos no hay dudas: urge erradicarlos.

PD. Artículo publicado en Cuadrilátero 33, dentro del combate ‘¿Cambiará algo en el fútbol español?.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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