La Hora de la Verdad

Miguel Ángel Malavia

Pau Gasol, icono de la España ilusionada

Tras la renovada toma de la Bastilla en Lille, ante 27.000 franceses ahogados en la frustración, Pau Gasol emergió como un titán y, después de golpearse el pecho con los puños cual Atila (40 puntos en una semifinal de Eurobasket es de otra galaxia), lo dijo con toda claridad: “Jugar para tu país es un orgullo, algo único y especial”. Se refería a España, claro. Y así, como quien no quiere la cosa, añadió un valor extra a su gesta: unas gotas de normalidad, respeto y afán de convivencia ante el 27-S catalán. Porque, como Pau Gasol, muchísimos catalanes están orgullosos de ser españoles.

¿Que hay muchos catalanes que no quieren españoles, una gran cantidad de deportistas entre ellos? Por supuesto, y es algo absolutamente respetable. Muchos solo reclamamos que lo expresen públicamente. Como acaba de hacer Oleguer Presas, el que fuera lateral izquierdo del Barça, quien se ha mostrado así de categórico al explicar por qué no quiso jugar con España: “No me sentía representado ni vinculado emocionalmente. Lo que representa la Selección Española me generaba rechazo. No deja de representar a un Estado en el que no me siento representado y que, además, representa la opresión a los pueblos y muchas otras cosas que no comparto; por tanto, no me interesa”. Sinceramente, prefiero mil veces esa claridad a la del camaleónico Pep Guardiola, quien ha reconocido que jugó “encantado” con España al no haber Selección de Cataluña.

Claro que entiendo a Guardiola cuando dice esto, pero él ha de comprender a los que sentimos recelo de que un independentista represente los colores de España. Podrá ser el más profesional del mundo, pero para muchos la Selección es otra cosa, el símbolo de un sentimiento nacional que nos llena de orgullo e ilusión en tardes perdidas de partido, algo que no consigue casi nunca la situación política y social de este país. Al igual que no quisiera ver con la camiseta del Madrid a un culé apasionado (por muy profesional que fuera), no quiero a quien ve en España el ente político que impide que su nación sea un Estado. Por mucho que lo queramos disfrazar, ahí hay una tensión que hace ver en el otro a un “Estado opresor”. Y eso genera rechazo, a ambos lados.

Como aficionado a la Selección Española, quiero ganar todo. Pero no a costa de todo: no con mercenarios que engrandecen su carrera deportiva con un prestigio que representa una camiseta que no les genera ni simpatía. Eso sí, hay algo que me alegra más que los títulos: que haya catalanes, vascos, canarios, gallegos, valencianos, navarros o manchegos orgullosos de lucir nuestra rojigualda. Aunque perdamos, pero que al menos seamos algo más que un equipo de simples profesionales. Porque, como dice Pau Gasol, emblema del “juntos somos más” en estos tiempos de bilis, “jugar para tu país es un orgullo, algo único y especial”. Es algo que va mucho más allá de los respectivos clubes. Es algo excepcional. Es nuestro país. Que cada uno sepa cuál es el suyo y se comprometa con él hasta el final, cueste lo que cueste.

No estamos hablando de políticos, sino de deporte. Es decir, de sueños. Que sean mayúsculos y puros.

MIGUEL ÁNGEL MALAVIA

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Autor

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

Miguel Ángel Malavia

Conquense-madrileño (1982), licenciado en Historia y en Periodismo, ejerce este último en la revista Vida Nueva. Ha escrito 'Retazos de Pasión', ¡Como decíamos ayer. Conversaciones con Unamuno' y 'La fe de Miguel de Unamuno'.

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