El nuevo presidente se abstiene por ahora de imponer aranceles a los chinos

Donald Trump vs Xi Jinping: ¿Luna de miel pasajera entre EEUU y China?

Pekín respira aliviado, pero los expertos advierten que las tensiones podrían resurgir pronto

Xi Jinping (CHINA) y Donald Trump (EEUU)
Xi Jinping (CHINA) y Donald Trump (EEUU). PD

¿Táctica política?

¿Trampa mortal?

¿Luna de miel pasajera?

Donald Trump ha sorprendido a propios y extraños en los primeros días de su segundo mandato al adoptar un tono conciliador hacia China, en marcado contraste con su agresiva retórica de campaña.

El flamante presidente se ha abstenido por ahora de cumplir su amenaza de imponer aranceles del 60% a las importaciones chinas, optando en cambio por tender puentes con Pekín.

Esta inesperada luna de miel ha sido bien recibida en la capital china, que temía una escalada inmediata de las tensiones comerciales.

Sin embargo, los analistas advierten que es prematuro cantar victoria y que las fricciones entre las dos mayores economías del mundo podrían resurgir en cualquier momento.

El gesto más significativo de Trump hacia China ha sido la firma de una orden ejecutiva que otorga una prórroga de 75 días a TikTok, la popular aplicación de videos cortos propiedad de la empresa china ByteDance.

Esta medida pospone la entrada en vigor de una ley que obligaba a ByteDance a vender TikTok o enfrentar su prohibición en EE.UU. por motivos de seguridad nacional.

«Tengo un punto débil por TikTok», declaró Trump al anunciar la prórroga, en un guiño a los 170 millones de usuarios estadounidenses de la app.

 El presidente, que cuenta con casi 15 millones de seguidores en TikTok, atribuyó a la plataforma parte de su éxito entre los votantes jóvenes.

Más allá del caso TikTok, Trump ha dado otras señales de querer rebajar la tensión con China.

En el Foro Económico Mundial de Davos, el mandatario sugirió que ambos países podrían tener una «muy buena relación» e insinuó la posibilidad de realizar una visita a Pekín en un futuro próximo7.

Este tono conciliador contrasta fuertemente con las promesas de campaña de Trump, quien amenazó con imponer aranceles de hasta el 60% a todos los productos chinos.

En su lugar, el presidente ha optado por una revisión más pausada de la política comercial, ordenando a las agencias federales que examinen los déficits comerciales y las prácticas desleales de los principales socios comerciales de EE.UU., con China en el punto de mira.

La reacción de Pekín ha sido cauta pero positiva.

El presidente Xi Jinping llamó a Trump antes de su toma de posesión para proponer un «nuevo punto de partida» en las relaciones bilaterales.

En un gesto sin precedentes, China envió a su vicepresidente Han Zheng a la ceremonia de investidura en Washington7.

«China ve una oportunidad para negociar con Trump», señala Liu Dongshu, analista político de la Universidad de la Ciudad de Hong Kong.

 «Una relación más favorable con EE.UU. es más importante para China que para Estados Unidos, por lo que Pekín está ansioso por comprometerse».

Sin embargo, los expertos advierten que es prematuro hablar de un deshielo duradero.

Trump ha nombrado a varios halcones anti-China en puestos clave de su gabinete, como el senador Marco Rubio como Secretario de Estado10. Además, el presidente sigue comprometido con su agenda «America First» y ha anunciado la creación de un «Servicio de Ingresos Externos» para gestionar la recaudación de aranceles.

«Dado el papel prominente de los aranceles en la filosofía económica de Trump, es poco probable que China pueda evitar por completo nuevos aranceles», advierte un informe del banco holandés ING.

«Sin embargo, hay una gran diferencia entre aranceles del 60% a nivel nacional y una guerra comercial total, y aranceles más medidos y selectivos».

Los mercados financieros han recibido con alivio la ausencia de medidas drásticas en los primeros días de Trump.

Sin embargo, la incertidumbre persiste.

«Nadie piensa realmente que este será el final de la historia», señala el informe de ING.

El desafío para Trump será equilibrar su deseo de obtener concesiones de China con la necesidad de evitar una escalada que perjudique a la economía estadounidense.

Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, un aumento generalizado de aranceles podría elevar la inflación en 1 punto porcentual para 2026 y costar a cada hogar estadounidense un promedio de 1.560 dólares anuales.

Por su parte, China se enfrenta a sus propios dilemas. Con una economía que lucha por recuperarse tras la crisis inmobiliaria, Pekín no puede permitirse una guerra comercial total. Al mismo tiempo, los líderes chinos deben mostrarse firmes ante cualquier amenaza a sus intereses fundamentales.

«China se centrará en capear los aranceles de Trump y buscará mejorar los lazos con Japón en 2025», pronostica la agencia Kyodo News.

Pekín también continuará diversificando sus socios comerciales e invirtiendo en innovación doméstica para mantener su competitividad exportadora.

El escenario más probable, según los analistas, es una serie de negociaciones de alto riesgo en las próximas semanas y meses.

Trump buscará obtener concesiones concretas de China en áreas como la protección de la propiedad intelectual, el acceso al mercado para empresas estadounidenses y la reducción del déficit comercial.

China, por su parte, intentará ganar tiempo y ofrecer compromisos limitados sin ceder en cuestiones que considera líneas rojas, como su política industrial o sus ambiciones tecnológicas. El desafío para ambas partes será encontrar un terreno común que permita evitar una escalada destructiva.

«Hay motivos para un optimismo muy cauteloso», concluye el informe de ING.

«En este punto, los presidentes Xi y Trump deberían tener amplia experiencia mutua y conocimiento de sus prioridades y líneas rojas».

La clave estará en si Trump puede moderar sus instintos más proteccionistas y adoptar un enfoque más pragmático en su segundo mandato.

De momento, el presidente parece dispuesto a dar una oportunidad al diálogo.

Pero como bien saben los observadores de la política estadounidense, con Trump nada está escrito en piedra hasta que se materializa.

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