WASHINGTON Y MOSCÚ AUMENTAN LA TENSIÓN EN PLENA GUERRA

El giro de Trump con Putin y su nuevo enfrentamiento complica el letal ajedrez de Ucrania

Trump desafía a Putin con armas para Ucrania vía la OTAN y un asesinato en Kyiv agita el tablero de la inteligencia

Trump y Putin
Trump y Putin. ^D

La relación entre Donald Trump y Vladimir Putin ha pasado de la ambigüedad a una abierta confrontación, según los últimos movimientos y declaraciones en Washington. El presidente estadounidense ha dado un giro inesperado a su política hacia Rusia y Ucrania, anunciando un acuerdo para enviar armas a través de la OTAN que acabarán en manos ucranianas. A la vez, el asesinato de un alto oficial de inteligencia ucraniano en pleno centro de Kyiv añade más pólvora a una guerra que ya no se libra solo en las trincheras, sino también en las sombras del espionaje y la intimidación.

Estas maniobras no solo alteran el tablero militar, sino que exponen el peligroso vaivén de intereses entre potencias, donde cualquier error de cálculo puede tener consecuencias fatales para Europa y más allá.

El cambio de Trump: ¿ruptura o táctica?

Durante meses, Trump había mantenido una postura reacia a aumentar el apoyo militar directo a Ucrania. Sin embargo, tras su creciente desencanto con la actitud de Putin ante las negociaciones de paz, ha optado por desbloquear el envío de armamento estadounidense —valorado en 300 millones de dólares— mediante los aliados de la OTAN. El propio Trump lo explicó así: “Los envíos van a la OTAN y luego es la OTAN quien los da a Ucrania; además, pagan el 100%”.

Esta fórmula permite a Trump mantener una apariencia de distancia formal del conflicto, pero supone, en la práctica, un respaldo militar renovado a Kyiv. Hasta ahora, los suministros estaban congelados y se temía que el flujo de armas estadounidenses se agotara tras el fin del presupuesto aprobado durante el mandato anterior. Ahora, este esquema podría garantizar nuevas entregas incluso cuando otros socios europeos ya advertían signos de fatiga.

El giro ha sido interpretado como una señal clara hacia Moscú: Washington ya no confía en la buena voluntad del Kremlin para negociar una salida pactada y está dispuesto a elevar la presión. Funcionarios estadounidenses han insistido en que oficialmente no envían armas directamente a Ucrania, pero las declaraciones del propio Trump no dejan lugar a dudas sobre el destino final del material militar.

¿Qué esperar tras el “cambio” de Trump?

Este movimiento tiene varias derivadas:

  • Envalentonamiento ucraniano: Ucrania recibe un balón de oxígeno estratégico justo cuando su defensa aérea está bajo máxima presión tras los últimos ataques rusos con drones.
  • Respuesta rusa: El Kremlin ve este cambio como una provocación directa. No se descartan represalias asimétricas o acciones encubiertas en Europa oriental.
  • División aliada: Si bien casi todos los países OTAN han acelerado sus gastos militares para cumplir con los compromisos exigidos por Trump, algunos gobiernos temen que este modelo erosione la unidad interna y complique aún más las relaciones con Rusia.

El propio Trump ha anunciado que hará “una declaración importante sobre Rusia” el próximo lunes, lo que mantiene al mundo pendiente del próximo capítulo en esta saga.

Asesinato en Kyiv: la guerra secreta se recrudece

Mientras los focos estaban puestos en Washington y Bruselas, Kyiv vivió otra sacudida brutal este jueves: un oficial destacado del Servicio Secreto ucraniano (SBU), identificado como Coronel Ivan Voronych, fue abatido a tiros por un sicario con silenciador en pleno centro urbano.

El ataque se produce tras una cadena de asesinatos selectivos tanto dentro como fuera del territorio ucraniano desde el inicio de la invasión rusa. Tanto Moscú como Kyiv han recurrido al espionaje ofensivo y la eliminación física de enemigos o traidores como parte integral del conflicto. En este caso concreto:

  • El coronel Voronych era conocido por dirigir operaciones sensibles contra intereses rusos.
  • Medios cercanos al Kremlin celebraron abiertamente el asesinato y lo atribuyeron a servicios especiales rusos.
  • Las autoridades ucranianas han abierto una investigación criminal, aunque reconocen que “no hay lugares seguros” ya para quienes participan activamente en operaciones encubiertas.

Este tipo de acciones eleva aún más la tensión interna en Ucrania e ilustra cómo la guerra híbrida se ha instalado ya como norma: sabotajes cruzados, atentados selectivos y mensajes intimidatorios forman parte cotidiana del pulso Moscú-Kyiv.

Antecedentes inmediatos: tensiones acumuladas

El deterioro actual se entiende mejor repasando algunos hitos recientes:

  • Durante 2024, ambos bandos intensificaron las operaciones clandestinas lejos del frente. Moscú perdió varios altos mandos militares en atentados atribuidos al SBU; Kyiv sufrió explosiones y asesinatos selectivos dentro de su propia capital.
  • La administración Trump había frenado temporalmente envíos clave —como misiles Patriot— pero revirtió esa decisión tras recibir informes sobre la vulnerabilidad creciente de ciudades ucranianas ante bombardeos rusos.
  • Los contactos diplomáticos entre Washington y Moscú están prácticamente congelados, salvo breves encuentros formales como el mantenido por Marco Rubio y Serguéi Lavrov esta semana durante una cumbre asiática.

¿Escalada o punto de inflexión?

Todo indica que la guerra se adentra ahora en una fase todavía más imprevisible:

  • El envío indirecto de armas puede acelerar ciertas operaciones ofensivas ucranianas e incrementar las bajas civiles si Rusia responde endureciendo sus ataques.
  • La serie de asesinatos selectivos puede tener efecto desmoralizador o provocar represalias sangrientas entre ambos servicios secretos.
  • La falta total de canales estables para negociar agrava el riesgo sistémico para toda Europa oriental.

En este contexto volátil, cualquier movimiento unilateral —como un anuncio inesperado desde Washington o Moscú— puede desencadenar una reacción en cadena difícil de controlar.

Un futuro inmediato marcado por la incertidumbre

Con los tambores bélicos sonando cada vez más cerca del corazón europeo y sin señales claras de distensión entre Trump y Putin, los próximos días serán críticos para calibrar hasta dónde están dispuestas las grandes potencias a llegar en este pulso global.

La escena internacional asiste así a un doble drama: uno visible —el envío masivo e indirecto de armas— y otro oculto —la guerra silenciosa entre espías—. Ambos frentes avanzan peligrosamente hacia un terreno donde los errores pueden costar vidas civiles y alterar equilibrios estratégicos durante años.

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