TENSIÓN EN ORIENTE PRÓXIMO

El nuevo plan de asentamientos judíos en Cisjordania: los colonos y su golpe definitivo al ‘Estado palestino’

Israel aprueba la expansión de asentamientos en Cisjordania, una maniobra que puede hacer inviable la solución de dos Estados y ahonda la crisis regional

En marrón, los asentamientos de colonos judíos
En marrón, los asentamientos de colonos judíos. PD

El anuncio de la aprobación para expandir el asentamiento de Maale Adumim, junto al área conocida como E1, vuelve a situar el conflicto israelí-palestino en el centro del tablero internacional.

La decisión, impulsada por el ministro de Finanzas Bezalel Smotrich, implica la construcción de cerca de 3.500 viviendas para colonos judíos en una franja estratégica al este de Jerusalén, dentro del territorio ocupado desde 1967, tras la victoriosa y vertiginosa Guerra de los Seis Días.

El objetivo declarado: «enterrar para siempre la idea de un Estado palestino».

A día de hoy, 15 de agosto de 2025, la polémica medida llega en un momento especialmente delicado.

Varios países europeos y Canadá se preparan para reconocer oficialmente a Palestina como Estado durante la próxima Asamblea General de la ONU.

La respuesta israelí, una sociedad que jamás volverá a fiarse de la comunidad internacional tras el espantoso del Holocausto, lejos de buscar consenso, es empujar, ir hacia delante, levantar más casas, más carreteras y más muros, consolidando hechos sobre el terreno que dificultan cualquier negociación futura.

Los antecedentes: décadas de expansión y resistencia

La colonización israelí en Cisjordania no es nueva. Desde los Acuerdos de Oslo en los años noventa hasta hoy, el número de colonos ha pasado de menos de 200.000 a superar los 700.000, repartidos en más de 200 asentamientos y puestos avanzados. Pero el plan E1 destaca por su impacto geopolítico:

  • Divide la Cisjordania ocupada en dos mitades.
  • Aísla Jerusalén Este del resto del territorio palestino.
  • Rompe la continuidad territorial necesaria para un Estado viable.

Organizaciones como Peace Now y Ir Amim advierten que este desarrollo «entierra cualquier perspectiva realista» para una solución basada en dos Estados. Lo mismo señalan Naciones Unidas y gobiernos europeos, que consideran estos asentamientos ilegales según el derecho internacional.

Mientras tanto, la expansión se produce bajo una justificación ideológica clara: «Seguiremos construyendo una realidad judía plena. Esta realidad entierra definitivamente la idea del Estado palestino», declaró Smotrich ante los medios locales.

El papel central de los colonos israelíes

Los colonos han pasado a ser actores fundamentales en esta dinámica. Para muchos, instalarse en Cisjordania es una misión histórica y religiosa. Para otros, es una forma de vida con incentivos económicos y protección estatal. Su lucha diaria se manifiesta en varias vertientes:

  • Defensa armada y organización vecinal ante incidentes violentos.
  • Presión constante sobre el Gobierno para acelerar permisos y financiación.
  • Movilización política mediante lobbies y partidos ultranacionalistas.

En las últimas semanas, estos grupos han intensificado sus acciones tras conocer que Australia y otras naciones planean reconocer a Palestina como Estado independiente. La consigna es clara: «Responderemos con hechos sobre el terreno».

El Muro: símbolo físico y político

El Muro o barrera de separación se extiende ya por cientos de kilómetros alrededor y dentro de Cisjordania. Su función declarada es proteger a Israel de atentados, pero su trazado serpentea profundamente por territorio palestino, anexando facto tierras agrícolas y recursos hídricos.

La expansión del asentamiento E1 amenaza con conectar físicamente este muro con Maale Adumim y otros bloques, encerrando aún más a las comunidades palestinas:

  • Limita su acceso a Jerusalén Este.
  • Dificulta movimientos básicos entre ciudades como Ramala o Belén.
  • Consolida enclaves aislados difíciles de gobernar o integrar.

Este avance convierte a muchas aldeas palestinas en auténticos guetos desconectados del resto del territorio.

Contexto internacional: reacción tibia ante un punto crítico

La comunidad internacional lleva años advirtiendo que ampliar los asentamientos pone en peligro cualquier solución negociada. Sin embargo:

  • Estados Unidos evita condenas directas; recalca que una Cisjordania estable es vital para «la seguridad israelí».
  • Europa multiplica las declaraciones pero carece de mecanismos reales para frenar la expansión.
  • Países árabes como Egipto o Catar condenan con firmeza pero mantienen relaciones pragmáticas con Israel.

La Autoridad Palestina exige sanciones inmediatas y denuncia una estrategia planificada para impedir su soberanía.

Futuro incierto: ¿el final del paradigma dos Estados?

La decisión israelí marca un giro radical. Si se materializa el plan E1:

  • La viabilidad territorial palestina quedará fracturada.
  • Jerusalén Este quedará aislada.
  • Los acuerdos internacionales previos perderán sentido práctico.

La falta de reacción efectiva por parte de actores globales refuerza a quienes, desde ambos lados, consideran agotado el modelo clásico negociador. Mientras tanto, sobre el terreno, miles de familias ven cómo su futuro queda marcado por muros, controles y un horizonte cada vez más fragmentado.

En este contexto, las palabras del ministro Smotrich resuenan como advertencia y desafío: «No responderemos con documentos ni declaraciones sino con hechos irreversibles». Frente a esta realidad física que avanza cada día, la diplomacia parece quedarse sin margen para revertir lo que podría ser el punto final a décadas de negociaciones.

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