Agentes del FBI

Empieza la fase del castigo en EEUU: Trump intensifica la presión con una redada en la casa del exasesor John Bolton

Eran amigos pero tras su abrupta salida en 2019, el tono cambió radicalmente; Trump le llamó “lowlife” y aseguró que Bolton habría llevado al país a “World War VI”

John Bolton
John Bolton. PD

La mañana en Bethesda, Maryland, no empezó como cualquier otra.

Vecinos asombrados vieron llegar vehículos del FBI a la residencia de John Bolton, exasesor de seguridad nacional de Donald Trump, mientras agentes federales peinaban la casa buscando documentos clasificados.

En paralelo, el debate sobre la militarización de la política se intensifica en Washington, reflejando una tensión que va mucho más allá de un simple enfrentamiento personal.

A día de hoy, 23 de agosto de 2025, el pulso entre Trump y sus críticos internos ha adquirido una nueva dimensión.

La redada del FBI sobre Bolton, uno de los adversarios más vocales del expresidente, marca un giro evidente hacia lo que ya muchos llaman la “fase de retribución” del mandato de Trump.

Este episodio pone en primer plano tanto el uso político de las instituciones como el impacto directo en comunidades residenciales tradicionalmente tranquilas como Bethesda.

El conflicto Trump-Bolton: historia y presente

La enemistad entre Trump y Bolton tiene raíces profundas.

Durante el primer mandato presidencial, Bolton fue descrito por Trump como “fantástico”.

Sin embargo, tras su abrupta salida en 2019, el tono cambió radicalmente; Trump le llamó “lowlife” y aseguró que Bolton habría llevado al país a “World War VI”.

El distanciamiento no solo fue personal sino también político, con críticas públicas e incluso demandas federales por la publicación de memorias donde Bolton tildó a Trump de “inapto para el cargo”.

El actual episodio se desencadenó cuando el FBI irrumpió en la casa y oficina de Bolton en Bethesda y Washington D.C., respectivamente, como parte de una investigación sobre documentos clasificados que supuestamente estaban en posesión del exasesor. Aunque ni Bolton ni otros implicados han sido detenidos o imputados hasta el momento, la redada fue autorizada por dos jueces federales tras considerar que existía causa probable para sospechar una violación de leyes federales.

Retribución política: ¿castigo o justicia?

El contexto político es decisivo. Desde enero, Trump ha despojado a varios adversarios internos —incluido Bolton— de sus protecciones de seguridad. El mensaje desde la Casa Blanca es claro: “Nadie está por encima de la ley”, escribió el director del FBI Kash Patel en redes sociales tras la intervención. El fiscal general Pam Bondi añadió: “La seguridad de América no es negociable. La justicia será perseguida. Siempre.”

Sin embargo, fuentes cercanas al proceso advierten que este tipo de acciones pueden interpretarse como represalias políticas más que como procesos judiciales imparciales. La administración se ha mostrado especialmente activa en presionar al Departamento de Justicia para investigar y llevar cargos contra opositores políticos relevantes, alimentando el temor a un uso instrumentalizado del aparato estatal.

Militarización inesperada: Bethesda bajo presión

La redada en Bethesda ha sido vivida por sus habitantes como un hecho insólito. La presencia policial y federal alteró la rutina habitual del barrio residencial y puso sobre la mesa el debate sobre la militarización política en espacios domésticos. Las imágenes muestran agentes armados entrando y saliendo con cajas, mientras las calles permanecían bloqueadas durante horas.

Este despliegue coincide con anuncios recientes sobre patrullas armadas en Washington y áreas cercanas, según declaraciones del secretario de Defensa Pete Hegseth, que alertan sobre un clima político cada vez más militarizado. La normalización de estas escenas refuerza la idea de que los conflictos políticos nacionales están cruzando las fronteras institucionales para instalarse en la vida cotidiana.

¿Qué puede venir ahora?

El futuro inmediato está marcado por incertidumbre legal y política:

  • La investigación contra Bolton está todavía en fases iniciales; ni él ni otros colaboradores han sido imputados formalmente.
  • Si el Departamento de Justicia decide presentar cargos, se abriría un proceso judicial complejo con implicaciones directas para otros exfuncionarios y críticos internos.
  • El precedente fijado por esta redada podría incentivar nuevas acciones similares contra adversarios políticos destacados.
  • A nivel social, aumenta el temor a una escalada represiva y una mayor polarización institucional.

En paralelo, las tensiones entre Trump y antiguos miembros clave del gabinete seguirán alimentando debates sobre los límites del poder presidencial y los riesgos asociados a una política basada en la retribución. Las comunidades afectadas por estos despliegues —como Bethesda— ven cómo cuestiones nacionales se materializan ante sus puertas.

Reacciones cruzadas

Las reacciones no se han hecho esperar:

  • Trump niega conocer detalles previos sobre la redada pero insiste públicamente en descalificar a Bolton.
  • Los vecinos muestran preocupación por la invasión policial y temen que episodios similares puedan repetirse.
  • Analistas internacionales advierten que este tipo de maniobras podrían debilitar aún más las garantías democráticas estadounidenses.

La “fase de retribución” parece haber comenzado con fuerza. Lo que ocurre hoy con figuras como John Bolton es solo el primer capítulo visible de una estrategia política más amplia. Las consecuencias pueden transformar tanto el equilibrio institucional como la percepción ciudadana del sistema democrático estadounidense.

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