No más Mentiras

Antonio García Fuentes

EL TESÓN DE LAS HORMIGAS

EL TESÓN DE LAS HORMIGAS

Más de una vez he dicho que me gusta leer, “el libro de la vida”, ese original libro vivo y cuyas hojas y capítulos son incalculables, pero donde –intuyo- están todas las enseñanzas que el hombre necesita para sí y para su futuro. Por ello he llegado a pensar, que, muchas cosas de las que nos ocurren, son por no ver y meditar sobre el entorno que nos rodea. Por no apreciar las enseñanzas naturales, porque cada vez estamos más lejos de esa Madre Naturaleza a la que, insensatamente despreciamos o menospreciamos y a la que –incluso- destruimos impunemente, sin saber –o querer saber- que destruyendo lo natural, estamos destruyéndonos a nosotros mismos.
No se por qué; no sabría responder si me preguntasen en éste momento, hoy al escribir este artículo, me he acordado de las hormigas; esos diminutos y vitalísimos seres que son todo un ejemplo de tesón, constancia, falta de pereza y fatiga cuando han de laborar o trabajar para sí y su numerosa “comunidad”; si bien luego y llegado el momento oportuno, se retiran a sus “cuarteles” de invierno y allí permanecen, descansan ó “viven” cómodamente, de lo que con esfuerzo –sumo esfuerzo muchas veces- y cooperación digna de meditarse y ser emulada, han conseguido en las épocas en que esa sabia Naturaleza las indujo a ello.
Transcurrido el período de letargo invernal, de nuevo empiezan esas legiones de incansables y diminutos seres a laborar en pro de “su hormiguero”… Nada que sea aprovechable desprecian, nada les detiene para tratar de conseguir su meta; y mandadas por el instinto o la “orden superior” de la “jerarquía que desconocemos”… realizan su pequeño, pero al mismo tiempo enorme labor, la que es todo un ejemplo.
No crean ustedes que a mí se me ocurre, el “envidiar a las hormigas”, puesto que el mundo de las hormigas es sólo para ellas, para ello fueron creadas y en ese círculo vital han de permanecer y continuar siempre… “Siempre que sigan siendo hormigas”.
Pues resultaría monstruoso y “aburridísimo” el pretender que la organización de las hormigas fuese emulada por otros seres “superiores”, ya que ni las hormigas pueden dejar de ser lo que son, ni esos seres “superiores” pueden llegar a ser hormigas gigantes… aunque sí que pueden imitarlas en el aspecto que –para mi- indica, “ese capítulo de libro de la vida”, que es la observación constante del entorno que nos rodea y que cito al principio de este artículo.
Descartamos, pues, la asimilación de hombres-hormigas, si bien éste ya vive en “hormigueros” gigantes, en los que lo que hace no es precisamente vivir, sino vegetar… y en algunos casos, ni esto siquiera. ¿Pues qué son ya las grandes ciudades? “Hormigueros” o mucho peores que éstos.
Puede que de ahí surja el estado amorfo en que se va sumiendo la Humanidad, en la que sin estímulos ni ganas de creárselos por sí mismos, el individuo va viviendo, va languideciendo, va esperando “el maná” clásico con el que cada cual sueña y no le preocupa nada en absoluto, qué es lo que puede él aportar a la comunidad donde vive… Y así, piensa más en qué es lo que esa comunidad puede entregar a él, “por su bonita cara” y sin apenas haber realizado esfuerzo alguno.
Estamos sumiéndonos en un círculo vicioso y preocupante por demás; y parece ser que nadie ve claro, que nadie vislumbra soluciones y lo peor aún… Que nadie parece buscar esas soluciones globales o con muy amplias miras de futuro.
Las ilusiones, el optimismo, la sonrisa abierta y franca, la mirada brillante y esperanzadora, se va perdiendo de los mayores y parece ser, que éstos necesarios estados de ánimo, sólo van a quedar para los niños, y los niños –no lo olvidemos- dependen en grado sumo de los mayores, los que tenemos que insuflarles esa ilusión y ese optimismo, que hoy, no somos capaces de transmitírnoslo ni a nosotros mismos. De ahí, el que hasta algunos niños despabilados, se comporten de forma no normal.
Quizá por ello, yo hoy me acordé de las hormigas y de… su constante y periódico grito de esperanza, de sus constante e incansable mensaje de trabajo y esfuerzo; de su constante llamada de austeridad y llamada al aprovechamiento de todo cuanto tienen en su entorno, de su tenacidad por ser y existir, aun siendo… “pobres y pequeñas hormigas”.
De ahí el que no podamos nosotros –hombres y mujeres- seres “superiores”, permitirnos el lujo –terrible lujo- de decaer en la laxitud o desesperanza en que, poco a poco nos pretenden imponer las circunstancias… Nunca el hombre tuvo tanto como ahora tiene en las manos y por ello, no podemos aceptar el que pese a ello, trate de autoconvencerse de que nunca ha estado más desvalido y solo, de lo que ahora lo está. Cada cual y en su entorno, ha de autoconvencerse de que siempre es posible una superación, de que siempre se puede hacer algo y de que siempre, es hermoso superarse a si mismo, superar las circunstancias presentes y tratar de conseguir unas mejores para el futuro… Pero bien entendido el que esas superaciones han de ir en el sentido espiritual y humano, junto con lo que de material se pueda conseguir… Aquello de que, “no sólo de pan vive el hombre”, es una verdad tan grande que difícilmente encontraremos muchas tan auténticas como esta.
¿Qué con ello quiero decir que hay que conformarse y resignarse?… ¡Nó!, ni muchos menos; el hombre es superior a la masa (no me cansaré de repetirlo y reiterarlo) y como individuo mejor dotado, ha de tener sus metas siempre ante sí mismo, las alcance o no; ha de trazarlas y tener y mantener una ilusión que le permita vivir en ese estado de lucha –noble y humana lucha- la que le permitirá llegar en muchos casos, al sueño que se propuso e incluso, rebasar con creces sus propias metas. Y si ello es así, este individuo al que me refiero, de inmediato se marcará otras y otras más… y su propio deseo será su ilusión, que para mayor satisfacción hay que compartir y transmitir.
Confiemos en que de nuevo, vaya surgiendo esa ilusión que tanto necesitamos ahora los españoles (engañados por enésima vez y como en cada época) y otros muchísimos pueblos del “ancho mundo en que habitamos”; pero desde luego, esa ilusión ha de ir arropada con el esfuerzo, la constancia y la austeridad de las hormigas.
De cualquier forma… “el Sol saldrá siempre a la misma hora en que deba salir, la noche llegará por igual procedimiento”… Sólo se trata de ir aprovechando cada ciclo y no quejarse tanto de la propia impotencia (cosa tristemente muy común en España) y recapacitando sobre los ya mentados insectos… Pensar con esperanza en que, “Aquel que hizo ser a las hormigas”… es el mismo (“o lo mismo, me es igual”) que situó al hombre sobre la madre Tierra, para que sobre ella se desarrollase noble y fuerte… y no para que se destruyera a sí mismo o se convirtiera en una piltrafa, a la que despreciarían, hasta… las hormigas. Literalmente y con mínimos “toques” de ahora, apareció en mi libro “España aquí y ahora” (1984 y 1985 2º edic.) páginas 333-335 y con idéntico titular. Pero… “lo podría haber escrito ahora y sería prácticamente de igual valor, al que tuviera entonces y cuando fui motivado a escribirlo”.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (Aquí más temas)

Jaén: 14 Diciembre de 2000

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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