No más Mentiras

Antonio García Fuentes

Fueron tres… eran perros: Ciro, Dido y Aníbal

Fueron tres…eran perros: Ciro, Dido y Aníbal

Pero “ya están en el cielo de los perros”; pues los perros también tienen cielo, ya que el anterior Papa les reconoció tener alma y si es así, ese cielo tienen que tenerlo por derecho propio, ya que son mucho mejores que nosotros los hombres; por ello este relato que escribí al primero de ellos, y que publico hoy, como contrapartida a las miserias y tragedias que algunos perversos hombres nos han creado, con la tan cacareada “pandemia”, que junto a la otra “pandemia de los malditos políticos que nos asolan dominándonos, incluso recluyéndonos en cárceles enormes, están acabando con muchos de nosotros, más que ese terrible virus que han implantado, que para mí, es mucho peor que el chino, que tantos negocios materiales ha producido y está produciendo.

DEDICADO A LOS AMANTES DE LOS ANIMALES:

Un día de hace seis o siete veranos nos fue ofrecido aquel cachorro; un vecino nos lo llevó, era una mezcla de Bretón y Podenco; Garabito creo que así, los denominan los cazadores de mi tierra. Era la primera vez que teníamos perro y aquel can no lo queríamos para cazar, no; yo creo que no lo queríamos, pero… ¿Quién se resiste a tener un precioso cachorro de perro y en el campo? (estábamos en el campo); yo no lo acepté de buen grado, pero los niños… Yo, ya había tenido la desagradable experiencia de enterrar a un precioso gato siamés (Aníbal) al que me machacó un automóvil en aquel campo, pero…?
Creció y vivió entre nosotros (le hicimos una casita en nuestra terraza, ya que en el piso de la ciudad, había gatos y ya se sabe); me acompañó múltiples veces por las riberas del Guadalbullón, por los cerretes de los alrededores del poblado ibero del Puente Tablas, por las afueras de Jaén, por los alrededores del Castillo de Santa Catalina… me abandonó algunas veces; era lógico, ya que, el venteo, de una perra en celo, era superior al cariño que pudiese tener a su amo, y su amo… en el campo, no lo quería llevar atado… él, era un perro de caza, él, era un perro para grandes espacios y cuando salía de la ciudad, supongo que encontraba su verdadero ambiente (creo sinceramente que los perros, son presos de ciudad) y si bien yo no le enseñé a cazar (sencillamente por que ni se ni me agrada la caza) tampoco creo que lo eduqué (puesto que nunca supe de educación de perros) pero pese a todo, nos entendíamos y era hermoso verle cuando tocaba paseo campestre… los saltos, los ladridos, las carreras nerviosas, el brillo de sus dulces ojos, el grito animal de buscar la libertad, aunque ello fuese por poco tiempo; sus ágiles carreras, incansable, hermoso, sano, fuerte y comprometedor y por ello mismo, tuvo más de una herida; más de un vapuleo (no medía el terreno y provocaba a otros perros de mayor tamaño); incluso alguna vez vino mal herido y hubo de ser llevado deprisa y corriendo a un veterinario, el que necesitó intervenirlo quirúrgicamente, anestesia incluida… pero salió adelante.
Ágilmente, saltaba la valla metálica del chalé y por las noches… se iba de juerga (supongo); luego cansado, sucio o vapuleado, volvía al amanecer y humildemente, entraba en nuestro terreno; algunos de la familia, le regañaban, yo creo que viéndolo… simplemente sonreía, yo pienso que, comprendía a Ciro, al que le cuadraba bien, el nombre que le impuse.
Un día, vino, con una pata hecha tres pedazos; vuelta al veterinario; costó trabajo pero se la recompusieron (habían transcurrido ya, varios años). Fue buen cliente del veterinario, puesto que siempre estuvo al corriente de vacunas y demás asuntos perrunos; pero de aquella su última batalla (nunca supimos donde la provocó… o la soportó) quedó bastante disminuido puesto que ya no podía correr, ya no podía ser… él mismo; y ello se notó. Se notaba cada día. Hubo un tiempo en que pareció que iba a recuperarse, pero no fue así… entró en cierta tristeza y en cierta melancolía y fue apagándose… sus ojos ya no tenían el brillo propio y suyo, seguían siendo dulces pero en ellos ya se veía el que sus días, no serían muy largos, quizá (cómo ha reconocido el actual Papa) estaba preparando su marcha… al cielo de los perros, pues los animales tienen alma y si es así… debe existir un cielo para ellos.
Y su marcha, coincidió con la Semana Santa de aquel año y curiosamente, el día de gloria (domingo), él, entregaba su pequeña alma animal a quien lo creó. Dijo el veterinario, que ya no podía hacer nada por Ciro (estuvo varios días intentando recuperarlo). Nos dijo algo sobre un mosquito que le había picado, en el último verano y posiblemente en las arenas, de las orillas del río donde paseábamos con frecuencia… que ello era algo irreversible (estaba deforme y sus entrañas ya estaban deshechas)… Hubo que sacrificarlo amorosamente para que no sufriera más… el veterinario se desplazó en domingo incluso… para ayudarle a marchar… gracias señor médico de perros.
Me lo llevaron al campo ya muerto… ayudé a enterrarlo bajo un viejo olivo… sufrí una nueva y gran experiencia… algún que otro nudo en la garganta… otros lloraron abundantemente, en la familia… a mí, me cuesta soltar el líquido acuoso que desahoga el alma… y allí, descansa en paz, abrigado por la tierra madre y las ramas de ese olivo al que… alimentara después de muerto.
Ahora… cuando paseo solo por las riberas del río (a los cerretes ó pequeños cerros, no he tenido valor para volver)… lo echo de menos, veo su sombra entre el follaje, me parece oír sus ladridos, mis silbidos llamándole… echo de menos su compañía, pero he de consolarme… al fin y al cabo era un perro… nada más y nada menos que un perro… ¿Por qué serán las cosas así?.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más)

OFERTAS PLATA

¡¡¡ DESCUENTOS ENTRE EL 21 Y EL 40% !!!

Te ofrecemos un amplio catálogo de ofertas, actualizadas diariamente

CONTRIBUYE CON PERIODISTA DIGITAL

QUEREMOS SEGUIR SIENDO UN MEDIO DE COMUNICACIÓN LIBRE

Buscamos personas comprometidas que nos apoyen

COLABORA

Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

Lo más leído