No más Mentiras

Antonio García Fuentes

El mono humano y sus monumentos

El mono humano y sus monumentos

No se sabe el por qué, pero una vez que se dice bajaron de los árboles aquellos primeros monos que aún debieron tener rabo, del que aún “a nosotros los actuales monos”, nos queda un resto al final de la espina dorsal. Desarrollada su primitiva inteligencia y ya armados lo suficiente, instalados con suficientes comodidades; dominadas todas las manadas o tribus de “monos más débiles”; los esclavizaron y los obligaron a trabajar para los más fuertes (“más o menos hoy seguimos lo mismo, digan lo que digan y lo digan como quieran); después buscaron “dioses y un Dios absoluto”, y progresando cada vez más; “los fuertes”, por la que conocemos como “ley de la fuerza”, decidieron establecer escalas superiores para establecer el dominio de cada vez, “más monos”; para lo que hubieron de establecer, parafernalias de sacerdotes y reyes que harían imponer, como “descendientes o representantes del cielo y con los máximos poderes sobre vidas y haciendas de aquellos otros débiles monos”, que bajo el poder “del cree o muere”, siguieron trabajando y acumulando riquezas para sus dueños.
Estos llenos de orgullo y creyéndose de verdad, “superiores y privilegiados”, decidieron crear monumentos cada vez más grandes y ostentosos, unos para sí mismos y sus allegados, otros para los sacerdotes del Dios o dioses, y otros para reunir a “sus rebaños de los monos pobres”, en grandes recintos para que disfrutaran de los espectáculos que gratuitamente (aunque siempre los pagaron y pagan los más débiles) les ofrecían “sus señores”, y a los que había que agradecer “tan grandes dádivas”; así, desde las acumulaciones de grandes piedras en diferentes alineaciones, (Stonegen en Inglaterra) los numerosos y variados dólmenes por grandes partes del mundo, las monstruosos por lo grandes, agrupaciones de templos fabulosos (como Angkor (en la hoy Camboya) pirámides, pagodas, catedrales y todo cuanto más ostentoso, fueron construyendo, aunque entre medias, se les muriesen de hambre, los que con su trabajo construyeron todo; y así hemos llegado hasta esos monstruosos edificios que denominan “rascacielos” (y que no rascan nada) de tantos cientos de metros de altura y tan altísimos costos, que sólo, “los monos más ricos los pueden costear”, incluso como los hoy riquísimos jeques del desierto, han construido en sus desiertos, campos de césped tan frondosos como los que pueda haber en los países alpinos, como igualmente hasta pistas de patinaje o de esquí, aunque fuera de las mismas, se pueda cocer o freír un huevo, sólo con la calor del asfixiante sol de sus desiertos. O lo que hoy hacen las denominadas grandes potencias, regidas igualmente por monos humanos, y que dedican enormes recursos, para ir a dominar planetas en el espacio, pretendiendo incluso “sembrar o plantar tomates al costo que sea”, mientras aquí en “el planeta de los monos humanos” (Lo que me recuerda la famosa película, “el planeta de los simios” y la que se puede interpretar como premonición o profecía) media humanidad, aún no tiene ni agua potable para sus imprescindibles y mínimas necesidades de aseo, sanidad, limpieza y alimentación. Aquí una parte de los poderosos monos humanos, hasta planifican un nuevo canal que comunique el mar Caribe ccon el más grande de los océanos; y tantas y tantas cosas más, que analizando todo y buscando lógicas “humanas”, tienes que echarte a reír puesto que ya para llorar, tus ojos no tienen fuerza ni para soltar una sólo lágrima, puesto que se secaron ya totalmente.
Todos los monos que han llegado a manejar este miserable planeta, han olvidado o no quieren saber, que en el Universo, todo nace para morir y que hasta mueren las galaxias, según nos aseguran los entendidos.
Y todo ello me llama a reflexionar y por cuantas ruinas hoy hay y yo he visto, pienso en las que desaparecieron y en las que desaparecerán, como por ejemplo hoy solo queda “una maravilla”, de las siete u ocho catalogadas del mundo antiguo de nuestra civilización, occidental, y que son las pirámides de Egipto, pero que hoy en visión cercana, no son otra cosa que montones de piedras, ya carcomidas por los elementos y que terminarán desapareciendo como otros cientos o miles de más pequeñas ya ha desaparecido y sus restos está dispersos o bajo las arenas del desierto.
Termino viendo con la imaginación, esas obras que los vagabundos de playa, hacen con las arenas de la misma y que sorprenden por su belleza, pero que esos vagabundos las emplean para pedir elegantemente una limosna par sobrevivir en este perro mundo; o las otras de hielo que en China hacen cada año, o algún país nórdico y europeo, que ha logrado “un hotel de hielo, que se derretirá al llegar la primavera, pero que por lo visto e rentable, por cuanto no le faltan los monos adinerados, que quieran vivir la aventura de los esquimales en sus iglús de hielo.
Y al final de yo terminar esa “película o sueños a que mi cerebro me ha llevado” y quedo perplejo pensando… ¿Qué somos, por qué somos y para qué somos, esta incomprensible plaga de bichos humanos, que vinimos a nacer aquí? Nada de lo que he visto, leído e imaginado me responde para que me satisfaga; pero eso sí, quedo tranquilo, muy tranquilo, puesto que yo simplemente soy cuasi inexistente efecto que procede de una inconmensurable Causa, de la que no sabemos nada, absolutamente nada.

Antonio García Fuentes
(Escritor y filósofo)
www.jaen-ciudad.es (aquí mucho más) y
http://www.bubok.es/autores/GarciaFuentes

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Antonio García Fuentes

Empezó a escribir en prensa y revistas en 1975 en el “Diario Jaén”. Tiene en su haber miles de artículos publicados y, actualmente, publica incluso en Estados Unidos. Tiene también una docena de libros publicados, el primero escrito en 1.965, otros tantos sin publicar y mucho material escrito y archivado. Ha pronunciado conferencias, charlas y coloquios y otras actividades similares.

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