Con sus 90 años cumplidos, George Soros parece estar en todas partes. Denostado y elogiado hasta la saciedad es un personaje público, a pesar de sus reclamaciones de discreción. Pero es todo menos discreto.
Uno de sus críticos dice de él: “Actúa desde la sombra con determinación, usando su dinero y poder para manipular la economía y la política. Un misil nuclear puede destruir una ciudad, pero Soros puede destruir nuestro estilo de vida”. (J. Denney)
Soros es la cara más visible de ese grupo de magnates que son un potente gobierno en la sombra, capaz de influir sobre muchos países, alterar su estabilidad y hasta cambiar resultados electorales, o inducir golpes de estado para construir lo que algunos llaman el Nuevo Orden Mundial, porque eso les permitirá el control de sociedades pequeñas, desestructuradas y débiles, reduciendo sus problemas e incrementando sus beneficios.
Esto no es nuevo. Hemos visto sus manos y su dinero en disturbios y “revoluciones”. Son los que desde miles de organizaciones, asociaciones, partidos, fundaciones, medios de comunicación, aparatos culturales y educativos… buscan erosionar los consensos mínimos, imprescindibles para que una sociedad pueda mantenerse y progresar. Son los que impulsan, hacia la degradación y el enfrentamiento, rompiendo los grupos sociales en fragmentos cada vez más pequeños y cada vez más tentados de someter- esas diferencias- al veredicto de la violencia.
Son los que ponen en cuestión la viabilidad de las naciones, abogan por destruir la cohesión social, por multiplicar las diferencias, por censurar las opiniones e imponer el pensamiento obligatorio. Son los globalitarios.
Aprovechando desastres naturales, crisis o pandemias, algunos gobiernos han silenciado sus parlamentos, comprado los medios de comunicación, empujado a sus países hacia una situación pre-dictatorial, en la que se puede mentir a los ciudadanos con descaro; realizar compras y pagos fraudulentos, de los que no tienen que dar explicaciones, mientras confinan a los ciudadanos, restringen o anulan sus libertades y conciertan políticas supranacionales al margen de los votos, imponiendo un pensamiento único posible, reprimiendo y silenciando al que disiente.
Pero esto no es casual. Sin entrar en ninguna teoría conspirativa, para cualquier observador atento, está claro que asistimos a una maniobra política, para pasar a dirigir (al margen de las urnas) amplias zonas del mundo, y el mundo entero -si pudieran- por parte de un grupo de grandes magnates, sus testaferros políticos y mediáticos que quieren convertir las sociedades en instrumentos débiles, al servicio de los intereses de esos multimillonarios.
La novedad es que miles de izquierdistas colaboran en esos propósitos (la mayoría sin saberlo), a través de organizaciones generosamente financiadas por los plutócratas. Se quieren denominar progresistas, pero lo único que multiplican es la pobreza y la opresión. Son los pobresistas.
A pesar de que pueda haber roces o diferencias menores, coinciden en una agenda compartida que incluye: imposición del pensamiento único como obligatorio; apocalipsis climático; apoyo a la inmigración descontrolada; despenalización de las drogas y la eutanasia; aborto y reducción de la reproducción; agenda LGTB e ideología de género; fomento de la fragmentación social e inducción al enfrentamiento… Es un temario común, una agenda de destrucción de las sociedades democráticas y su sustitución por sociedades frágiles (que llaman “abiertas” porque maquillan mejor el objetivo), con gobiernos débiles en manos de organismos supranacionales que controlan esos magnates… La democracia en riesgo y las elecciones libres, bajo amenaza.
Globalitarios y pobresistas empeñados en un programa común que nos lleva a la pobreza, la muerte y la tiranía.
Carlos Astiz es periodista y analista, doctor en Ciencias de la Información y profesor universitario. Ha trabajado en diversos medios de prensa, radio y tv, así como en distintas universidades, de España y otros países. Ha firmado trabajos sobre Política internacional, Comunicación Digital, Situación política e ideología, Arte, Comunicación Política y Corporativa, Implicaciones sociales de las nuevas tecnologías… Además, ha impulsado varias empresas y es miembro de diversas fundaciones, Laboratorios de ideas y ONG.