David Gistau comenta en ABC la situación del Rey y la Familia Real tras la Pascua Militar y la petición de imputación de la Infanta Crisitina.
Las vacaciones, y más las de Navidad, tienen algo de tregua con la realidad y con los meandros siniestros de la condición humana. Nada más concluir esta tregua, sin apenas tiempo siquiera para depositar a los niños en la puerta del aula, la realidad ha regresado aplicando a la Monarquía un castigo durísimo que por añadidura desbarata todos los esfuerzos en regeneración de imagen que fueron acometidos durante las últimas semanas. El discurso fallido de la Pascua militar humaniza al Rey en la acepción más triste, que es la compasiva. Delata la inmensa distancia que hay entre el hombre y su reciente retrato de cámara, donde aparece, con cuello de cisne en lugar de gorguera, tan idealizado como Carlos en Mühlberg pintado por Tiziano.
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