Ignacio Camacho: "Desde Napoleón es sabido que la derrota es huérfana pero en Podemos llevan varios días buscando, en estado de shock, padres para la suya"
¿Han digerido en Podemos el resultado electoral del 26 de junio de 2016? A tenor de lo que exponen los columnistas de opinión de la prensa de papel este 1 de julio de 2016, todo hace indicar que aún escuece lo que sucedió en las urnas. También se critica que haya medios y ciertos periodistas que se sumen a la teoría de la conspiración y del puchero contra las huestes de ‘Pablenin’.
Arrancamos en ABC y lo hacemos con Carlos Herrera. El periodista almeriense hace un análisis de lo que han sido las elecciones y qué estrategias están llevando los partidos, los perdedores se entiende, para no quedar fuera del tablero político:
No sé si cabe un análisis más. El domingo pasado queda muy lejos y un cierto hartazgo planea sobre nuestras cabezas como un murciélago impertinente. Pero cuesta resistirse cuando se comprueba que algunos siguen sin leer debidamente el resultado que nadie esperaba, ni siquiera los agraciados. Siguen encerrados en Unidos Podemos con el fin de saber qué extraña razón ha hecho que los españoles no les hagan el pasillo camino al asalto de los cielos y transformen su nombre en Unidos Perdemos. Hasta ahora todo son excusas de autoengaño. La coalición puede haber evitado un sonrojo notable, es decir, sueltos cada uno habrían obtenido peor resultado, aunque en eso no se ponga nadie de acuerdo.
Añade que:
Podemos y su apósito no han alcanzado su objetivo porque la gente, esa a la que apelan tanto, siente algunas inquietudes una vez va conociendo el paño: después de ver las mamarrachadas que «implementan» en sus respectivos ayuntamientos, no es descartable que una parte de aquellos que estaban dispuestos a divertirse votando a radicales amansados se lo pensaran dos veces. Puede que sea verdad el razonamiento errejoniano: hay que ser transversal y no vender la marca de la izquierda radical al estilo frente popular, y eso no se consigue disimulando ser comunista y haciéndose pasar por socialdemócrata, se consigue ofreciendo un programa que no asuste a clases medias y a juventud emergente que campan por ahí demandando originalidad, sí, pero también seguridad. Y eso no se lo da un comunista.
Además de que el personal no quiere ser británico de los de después del viernes pasado y vivir en un ay. En el PSOE, amortiguan su pérdida de escaños con el hecho de que el que les iba a sobrepasar aún no ha conseguido cerrar la boca por la sorpresa de quedarse como estaba, y gracias. Y dicen las mismas cosas que decían antes del domingo, que si compañeros y compañeras, que si los recortes, que si el sufrimiento que impuso Rajoy, que si nunca permitirá un gobierno de la derecha ni por H ni por B, que si tal que si cual, pero la autocrítica acerca de los pasos dados brilla por su ausencia. Como brilla también en la casa de quienes siguen insistiendo en que con Rajoy nada de nada: Ciudadanos ha mantenido porcentaje, más o menos, pero ha perdido escaños y eso puede pasar cuando no creces. ¿Y por qué no ha crecido?: no porque los españoles sean unos ignorantes que no saben apreciar el buen paño, sino por saberlos maniobreros en momentos puntuales. A Ciudadanos hay que agradecerle muchas cosas, pero también reprocharle criterios dispares en función del partido a quien permiten gobernar. Los que votan C´s no parecen entusiasmados con que su voto sirva para hacer presidente a Pedro Sánchez, vengo a decir.
Y concluye:
Y el PP… ¡Acabáramos! Gana con 137 diputados y mayoría absoluta en el Senado y tiene la desfachatez de pretender gobernar. En compañía de otros, se entiende, porque solo no llega ni a la Purísima. Los otros, como es sabido, empiezan por hacerse la ofendida. Ya veremos cómo acabarán. El PSOE dice que a ellos les han elegido para ser oposición y que no le van a dejar la merienda a los chicos de Iglesias, y Rivera, con cara de malas pulgas, muy cabreado, insiste en mesas tripartitas y en relevar a Rajoy porque le envió un SMS a Bárcenas. En la anterior intentona legislativa, le decían a Rajoy, que había ganado, que apoyara la investidura de Sánchez para relevarle y deshacer todo lo que él hizo. Ahora, que sigue pretendiendo gobernar, no sé qué le acabarán diciendo, pero, como no anden listos, en unas terceras elecciones los borra de mapa. Desde luego, cómo es la gente. Ganar unas elecciones y querer formar gobierno. Habrase visto.
Ignacio Camacho insta a Podemos a reflexionar sobre los verdaderos motivos que han llevado al partido a no sacar el resultado deseado en las elecciones del 26J.
Desde Napoleón es sabido que la derrota es huérfana pero en Podemos llevan varios días buscando, en estado de shock, padres para la suya. Mientras la dirección calla, aunque errejonistas y pablistas se atizan mutuas puñaladas de pícaro, los simpatizantes ajustan cuentas con denuedo en foros y redes sociales. Primero culparon a los españoles, pueblo de mierda que vota a corruptos conocidos en vez de a los flamantes salvapatrias. Luego comenzaron a sugerir la posibilidad de un fraude, un para ellos familiar pucherazo a la venezolana. Como esa conjetura tiene poco recorrido -entre otras cosas porque el propio partido desplegó miles de interventores y apoderados- se han lanzado contra los votantes de Izquierda Unida, hipótesis mejor encaminada dado el evidente escaso entusiasmo de los viejos comunistas por la alianza de sus jefes con el populismo. Y en medio de ese debate fragoroso, a menudo tan verbalmente violento como suele ser el lenguaje real de los extremistas, se abre paso una atribución de responsabilidades que afecta al liderazgo de Iglesias y a la estrategia de la campaña. Los más radicales de una organización ultrarradical han echado en falta más pasión rupturista, más vehemencia revolucionaria. Más caña.
Señala que:
A ninguna de las facciones parece pasársele siquiera por la mente la posibilidad de que su oferta no les guste a los ciudadanos. Que éste no sea, a pesar del relato catastrofista sobre los estragos de la crisis, un país tan extremado. Que el neocomunismo y sus variantes bolivarianas, por más disfraces socialdemócratas con que intenten revestirse, generan entre las clases medias un patente rechazo. Que sus amenazantes proclamas nihilistas han provocado un movimiento de autodefensa en una mayoría moderada que ha visto en peligro el sistema de libertades y el modelo de convivencia. Que cuando se grita con énfasis revanchista que el miedo va cambiar de bando puede suceder que, en lógico efecto, el miedo cambie de bando.
Es cierto que la sobrerrepresentación mediática de Podemos y los errores metodológicos de las encuestas habían provocado una general percepción desenfocada de sus posibilidades. Lidera el electorado joven y se ha asentado con teórica proyección de futuro, pero todavía carece de masa crítica para ejecutar -si no median circunstancias excepcionales que quizá empiecen a buscar en la calle- su proyecto de asalto al Estado. Un 21 por 100 del voto es una barbaridad en una nación estable, pero con eso no se puede voltear un régimen. Y sus inflamados seguidores deberían preguntarse sobre la intensa sensación de alivio social que ha producido el resultado. Reflexionar, en suma, sobre la simple posibilidad de que el «momento populista» no haya acabado de cuajar porque acaso sean ellos los que en su iluminada, dogmática y narcisista fe se hayan equivocado de expectativas. Y tal vez de país, ya que vamos al caso.
David Gistau habla en su columna sobre la exclusión del PP en la Fiesta del Orgullo Gay en Madrid:
Esto va a convertirse en una costumbre anual. El PP envía como emisario al Orgullo a uno de sus dirigentes modernos, de los que no parecen un exorcista, para que pregunte si por fin son bienvenidos allí, a ser posible sin pagar penitencias tales como obligar a Fernández Díaz a subirse a una carroza en tanga y con alas de angelote. Y en el Orgullo les dicen que nanay. Sé por experiencia de cuando era joven cuán frustrante resulta descubrir en la misma puerta de la discoteca que no estás en la lista de invitados a la fiesta del año. Digo de cuando era joven, pero estas cosas me siguen doliendo en el alma: aún no recuperado de mi exclusión en el cumpleaños de Vargas Llosa -señor Mario: para la boda tendrá usted una oportunidad de enmendar el error, pero no la ponga un sábado que juegue el Madrí-, tengo que enterarme hoy de que tampoco fui considerado entre los Trece de la Fama elegidos para cenar con Michelle en la embajada USA. Estos menosprecios menguan mucho el respeto familiar en los almuerzos dominicales.
Detalla que:
Pues así de mal se siente la pobre Cifuentes, que no podrá ir al Orgullo por la mala reputación de su partido, el que ella, junto a los vicesecretarios jóvenes, quiere introducir en el siglo XXI para liberarlo de discursos como el de Fernández Díaz cuando dice cosas como que el Muro cayó por intervención de la Virgen, descendida para luchar por sus favoritos como Atenea en los campos de batalla de Homero. Tengo pavor a que la próxima grabación en su despacho saque al ministro de Interior conspirando con Dios.
El PP debería asumir que le costará mucho ser recibido sin hostilidad por el mismo colectivo contra cuyos derechos civiles luchó con saña, con manifestaciones masivas convocadas en la calle bajo el pretexto de la familia amenazada y hasta con un recurso en el Constitucional. Es verdad que esta decisión táctica de Rajoy y del PP más regresivo, autoparodiado entonces como siniestro, no congenia con los militantes que fueron felices contrayendo matrimonio gracias a la ley que su propio partido trató de aniquilar con absurdas excusas etimológicas referidas a la palabra matrimonio que en realidad ocultaban un profundo malestar moral. Transcurridos los años, resulta que el matrimonio homosexual es una rutina perfectamente asumida por la sociedad, que España es un país admirado por haber sido el precursor en Occidente de ese derecho, y que encima el Orgullo es la fiesta patronal del año. Es entonces cuando el PP, oportunista, quiere salir de su cripta y pide permiso para hacerse perdonar y aparecer en la lista de invitados. Pero le dicen nanay, y no extraña. Quién sabe, a lo mejor consiguen que los inviten si Rajoy admite que cometió un error en aquel tiempo en el que todo valía, hasta escamotear derechos civiles y aventar falsos escándalos paganos, con tal de encontrar espacios de oposición contra el primer gabinete de Zapatero, aún no devorado por la crisis.
En El Mundo, Federico Jiménez Losantos le da para el pelo al presentador de ‘Al Rojo Vivo’ (laSexta), Antonio García Ferreras, por dar pábulo a quienes sostienen que hubo pucherazo en las elecciones del 26 de junio de 2016:
La cadena más gubernamental de todas las cadenas gubernamentales, Atresmedia/La Sexta no ha tardado dos días en partir al rescate del Soviet Supremo de Podemos, triturado en la penúltima convocatoria electoral, que dudo sea la última. Y como es difícil, incluso para los alfiles, caballos y peones de Soraya, nombre artístico de Mariano en la tele, criticar el juicio de la plebe o gentuza (antes pueblo o gente), que no entregó La Moncloa a Pablenin, ha puesto en marcha una campaña para que no se desmovilice el auténtico pueblo, el de Quilapayún en los años 70, el de L´Estaca de hace un par de años, cuando Los Chikos de la Cheka decidieron asaltar los cielos con la ayuda de San Pedro Carlotti y San Paolo Vasile, razón Moncloa.
Apunta que:
Antonio García Ferreras, que ha puesto por segunda vez a España al rojo vivo -la primera fue el 11-M de 2004- intentó hacer el boca a boca a su amigo náufrago Pablo Iglesias el martes de ceniza, pero el ahogado, tal vez víctima del lexatin, apenas pudo regurgitar el amargo trago del domingo. Así que, al día siguiente, llamó a la brigada titiritera de emergencia -Willy Toledo estaría en La Habana, le tocó a Alberto San Juan- para sostener la teoría del pucherazo electoral. Parece absurdo decir que la culpa de que no haya ganado Podemos la tienen los paletos, los viejos y el franquismo eternamente instalado en los españoles y, a la vez, sugerir en La Sexta que Fernández Díaz -de la Agencia Pillarejo y Filemón- ha perpetrado un enorme pucherazo para evitar el triunfo de Viva la Gente.
O Franco, 41 años después de muerto, sigue vivo y gana elecciones, lo que aconseja la disolución de Podemos, o está muerto y a los bolcheniques les han robado las elecciones. Pero la contradicción es lo de menos. La clave es evitar la desmovilización, que el soufflé podemita se venga abajo, por si hay nuevas elecciones.
Y sentencia:
En cualquier momento. Ferreras puede anunciar: «Tres fuentes de la lucha antifranquista confirman a La Sexta que se han encontrado restos de al menos dos interventores suicidas con tres capas de calzoncillos y una foto de Franco entre el segundo y el tercer calzoncillo ¿Hay pucherazo? ¿Quién ha sido?». Y todos a cercar las sedes del PP. Si salió en 2004 y aún no ha explicado Ferreras dónde están los islamistas suicidas, ¿por qué no intentarlo otra vez?
Santiago González habla sobre las negociaciones que ha emprendido Mariano Rajoy de cara a asegurarse la investidura, prevista inicialmente para el 26 de julio de 2016 de cumplirse en plazo todos los trámites anteriores, entre ellos los de la formación de Las Cortes:
La portavoz de Coalición Canaria en el Congreso, Ana Oramas, es una mujer apacible y sensata, dotada de una gran flexibilidad adaptativa como suele ocurrirles a los líderes locales. Ellos van a negociar cosas para su pueblo y si se las garantizan no se empeñan en poner reparos de carácter ideológico al socio al que se comprometen a apoyar con su solitario escaño. Hay que señalar en su favor que no se ponen arrogantes como la pulga de Samaniego: «Del peso te libro yo. Y el camello respondió: ‘Gracias, señor elefante’».
Rajoy, que ha superado las quietudes que antaño se le reprochaban, comenzó ayer sus llamadas por el presidente canario, que es el jefe político de Ana Oramas y completará hoy las llamadas previas para concertar las entrevistas que mantendrá a partir del lunes.
Resalta que:
Hay un poco de lío, claro. ¿Por qué empieza Rajoy con la llamada al más pequeño? Seguramente para empezar con lo más seguro: ya tiene 138. Siempre ha sido así, por otra parte. Ni Felipe, ni Aznar, ni Zapatero empezaron sus rondas de conversaciones por el jefe de la oposición. Una sugerencia que los socialistas afines le están haciendo al joven Sánchez es que cuando le llame don Mariano, le sugiera que empiece las conversaciones con aquellos que le son más afines ideológicamente: Ciudadanos y el PNV. Lo de C’s tiene consideración aparte por el empecinamiento de Rivera y su guardia de Corps. Pero es que lo del PNV… hombre, por Dios. ¿Dónde están las afinidades?
Uno no tiene para olvidar que el PSE dirigido por Patxi López ha aprobado a Iñigo Urkullu los presupuestos con los que está gobernando este año. Y los de 2015. Los de 2014 los sacó adelante con la abstención del PSE y el PP. No es una debilidad por Urkullu. La última legislatura de Juan ‘Josué’ Ibarretxe contó con la aprobación de sus presupuestos en los cuatro ejercicios: los de 2006, 2007, 2008 y 2009. Que fue el año en que Patxi se instaló en Ajuria Enea con el apoyo de su enemigo de clase: el PP.
Recuerda que:
Hubo más. Una vez ascendido Patxi a la Presidencia del Gobierno vasco, el presidente del Gobierno de la Nación, su compañero José Luis Rodríguez Zapatero, debía de sentir más afinidad con el PNV que con los socialistas vascos, porque fue con ellos con quienes negoció las transferencias pendientes a cambio de que le aprobaran los presupuestos. Es un caso inédito en la España autonómica. El Gobierno central negocia las transferencias a Euskadi con el partido de la oposición, el PNV, en lugar de hacerlo con el Gobierno vasco que, por primera vez en la historia, lo ocupaban sus compañeros socialistas. No hay quien dé más.
Y subraya:
Los socialistas, que tampoco deben de estar por los sillones, sí parecen interesados en dejar a López al frente de la Cámara Baja, como si los seis meses pasados no hubieran bastado para convencer a todo el mundo de que el cargo le viene grande. Esta es otra de esas moderneces que ha llevado C’s a la política española: que el parlamento no lo presida el que gana. Claro que Sánchez pensaba lo mismo de presidir el Gobierno, que es mejor confiárselo al segundo, aunque ahora lo tenga más difícil.