El aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas se ha convertido en el epicentro de una crisis social y de seguridad que ha puesto en jaque a las diferentes administraciones públicas. Los trabajadores, a través del sindicato ASAE, han elevado el tono de sus reivindicaciones exigiendo al Ayuntamiento de Madrid la reapertura de la comisaría de la Terminal 4, cerrada desde hace más de una década, ante lo que consideran una situación insostenible.
Según denuncian desde el sindicato, actualmente existen «unas 100 personas realizando actividades alegales e ilegales» en las instalaciones aeroportuarias sin contar con tarjeta aeroportuaria, lo que está generando graves problemas con pasajeros, empresas y el personal que desarrolla su labor diaria en la terminal. Esta situación, que se ha ido deteriorando progresivamente durante los últimos meses, ha provocado finalmente una reunión entre el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, y el presidente de AENA, Maurici Lucena, celebrada el pasado 22 de mayo.
La pugna entre administraciones
El encuentro entre Almeida y Lucena ha sido valorado positivamente por el sindicato ASAE como un paso «en la buena dirección», aunque la solución definitiva parece todavía lejana. Tras la reunión, ambas partes acordaron que sea una entidad del Tercer Sector la encargada de identificar a las personas sin hogar que pernoctan en el aeropuerto, con el objetivo de conocer la situación particular de cada una de ellas.
El alcalde de Madrid subrayó la necesidad de «un compromiso serio de todas las administraciones para abordar un problema que no solo afecta a las personas sin hogar, sino también a la seguridad y la operativa del aeropuerto», aunque reconoció que no todos los sintecho estaban dispuestos a abandonar las instalaciones. Por su parte, Maurici Lucena confirmó que los controles de acceso continuarán vigentes «sine die» y que AENA «se ofrece a colaborar económicamente» en el proceso de identificación.
Esta situación ha desatado una auténtica pugna política entre las diferentes administraciones implicadas -Ayuntamiento de Madrid, Delegación del Gobierno y AENA- que no terminan de ponerse de acuerdo sobre quién debe asumir la responsabilidad principal en la gestión de esta crisis. Mientras tanto, los problemas continúan agravándose día tras día.
La realidad tras los titulares
La Terminal 4, considerada la más moderna del principal aeropuerto de España, se ha convertido según los trabajadores en «una auténtica bomba de relojería». Las denuncias incluyen problemas de higiene, como la presencia de chinches y pulgas (aunque AENA niega la existencia de plagas), así como situaciones de prostitución, robos y peleas que generan un clima de inseguridad creciente.
Sin embargo, no todas las personas sin hogar que pernoctan en Barajas responden al perfil conflictivo que a menudo se presenta en los medios. Nicolás, un hombre de 60 años que vive en la T4 desde hace más de un año, explica que muchos de ellos simplemente buscan un lugar seguro donde pasar la noche ante la imposibilidad de hacer frente a los elevados precios del alquiler en Madrid. «Nos ayudamos entre todos. Aquí hay gente trabajadora, personas que están de paso, otros que simplemente no quieren vivir solos en la calle. Pero no somos delincuentes ni locos», afirma.
La reapertura de la comisaría: una solución compleja
La principal reivindicación del sindicato ASAE es la reapertura de la comisaría de la Terminal 4, cerrada desde hace más de una década. Sin embargo, esta propuesta ya fue debatida y rechazada en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid celebrado en marzo de 2025, donde también se descartó intensificar la presencia de la Policía Municipal en el aeropuerto.
Es importante señalar que la apertura de una comisaría de la Policía Nacional en España no depende directamente del Ayuntamiento, sino del Ministerio del Interior, a través de la Dirección General de la Policía. Los ayuntamientos pueden solicitar o reclamar su apertura, pero la decisión final corresponde al Gobierno central, que debe evaluar la necesidad, asignar los recursos humanos y materiales necesarios, y garantizar su financiación dentro de los Presupuestos Generales del Estado.
Ante esta situación, el sindicato ASAE ha solicitado la intervención de la Vicealcaldesa de Madrid, María Inmaculada Sanz, para que lidere una segunda fase que permita «sanear Barajas por medio de la Policía Municipal». Su propuesta incluye un acuerdo con AENA que autorice a estos agentes a actuar tanto dentro como fuera de las terminales, dada la falta de efectivos de la Policía Nacional.
Medidas provisionales con resultados cuestionables
Mientras se debate una solución definitiva, AENA ha implementado controles de acceso en las entradas de la terminal para intentar reducir la presencia de personas sin hogar durante la noche. Sin embargo, estas medidas están generando escepticismo entre los pasajeros y no parecen estar resultando completamente efectivas.
Según informan fuentes cercanas al aeropuerto, existen varias formas de eludir estos controles, como colarse por las puertas de la planta baja de llegadas, que carecen de vigilancia. Además, algunas personas sin hogar han desarrollado estrategias para permanecer en el interior de la terminal durante la noche, aprovechando los cambios de turno o haciéndose pasar por pasajeros.
La comisión técnica integrada por representantes de AENA, el Ayuntamiento de Madrid, la Comunidad de Madrid y la Delegación del Gobierno ha acordado reunirse semanalmente para evaluar la evolución de la situación y ajustar las medidas implementadas. Asimismo, el presidente de AENA y el alcalde de Madrid mantendrán encuentros periódicos cuando lo consideren necesario.
Un problema estructural que requiere soluciones integrales
La crisis de Barajas es solo la punta del iceberg de un problema mucho más profundo: el aumento constante del sinhogarismo en las grandes ciudades españolas. Los elevados precios de la vivienda, la precariedad laboral y la insuficiencia de recursos de acogida están empujando a un número creciente de personas a buscar refugio en espacios públicos como el aeropuerto.
El desafío para las administraciones no consiste únicamente en desalojar a estas personas de Barajas, sino en ofrecerles alternativas dignas y soluciones a largo plazo que aborden las causas estructurales de su situación. Como curiosidad, cabe destacar que este fenómeno no es exclusivo de Madrid, sino que se repite en numerosos aeropuertos internacionales, donde las terminales se han convertido en improvisados refugios para personas sin hogar debido a sus condiciones de seguridad, climatización y servicios básicos disponibles las 24 horas.
En el caso específico de Barajas, resulta llamativo que la crisis haya estallado precisamente en la T4, la terminal más moderna y emblemática del aeropuerto, diseñada por el prestigioso arquitecto Richard Rogers e inaugurada en 2006 con una inversión de más de 6.000 millones de euros. Un espacio concebido como la puerta de entrada a España para millones de turistas que ahora refleja, paradójicamente, algunas de las contradicciones y desafíos sociales más acuciantes del país.
