El PSOE lleva años vendiendo un feminismo de postureo que se desmorona como un castillo de naipes estos días.
Cada escándalo es más sonrojante y ya van unos cuantos.
Lo que empezó como bandera electoral se ha convertido en la mayor hipocresía del partido: el mismo que dice defender a las mujeres es, según muchos testimonios, el partido más putero y machista de todo Occidente.
Y esta sucesión interminable de casos de acoso, tocamientos y silencios cómplices le va a costar carísimo en las urnas.
Porque las mujeres –que son el 60 % de su voto– están hartas y empiezan a irse.
Torremolinos: el último escándalo que quema
Desde junio de 2025 el PSOE andaluz sabía que Antonio Navarro, secretario local en Torremolinos y concejal, estaba siendo acusado de acoso sexual y tocamientos por una militante. ¿Qué hicieron? Nada. Absolutamente nada hasta que la Fiscalía de Málaga abrió diligencias en diciembre. Seis meses de silencio protector.
La denunciante aportó montañas de WhatsApp: mensajes subidos de tono, insinuaciones constantes, tocamientos no consentidos. Ella misma los describió como “misóginos, intimidatorios y humillantes”. Alertó a la dirección provincial y a Ferraz. Respuesta: cero. Ni protección, ni investigación seria, ni un triste “tranquila, te creemos”.
Y la guinda: el mismo Navarro aparecía en fotos oficiales vestido de rosa, posando con mujeres en actos contra la violencia de género. La cara más dura del feminismo de cartón piedra.
No es un caso aislado, es el modus operandi
Poco después salió a la luz otra militante de Torremolinos que también denunció mensajes acosadores del mismo Navarro. Dos mujeres. Mismo patrón. Mismo silencio inicial del partido.
Y esto ya huele a costumbre:
- Paco Salazar en Moncloa, el “amigo íntimo” de Sánchez, acusado de comportamientos “vomitivos” con compañeras.
- El Tito Berni y las fiestas con prostitutas pagadas con dinero público.
- José Luis Ábalos, sus comportamientos machistas y su consumo de prostitución.
- El exdelegado del Gobierno en Madrid que tuvo que dimitir por lo mismo…
Entre las bases circula ya la broma cruel: el PSOE es “un Peugeot lleno de cochinos”. Un coche cerrado, con los cristales tintados, donde pasa de todo y nadie dice nada.
El protocolo antiacoso: bonito en el papel, papel mojado en la realidad
Ferraz repite como un mantra que su Órgano contra el Acoso funciona “con plena autonomía y privacidad”.
Las víctimas responden: “Autonomía para archivar y privacidad para tapar”.
Denuncias que desaparecen, expedientes que se eternizan, acosadores que siguen en sus cargos y en las fotos oficiales.
Resultado: las mujeres ya no confían en los canales internos y van directas a la Fiscalía. Justo lo contrario de lo que debería pasar.
El precio político que viene
Las andaluzas, las madrileñas, las valencianas… muchas mujeres socialistas (y exsocialistas) están diciendo basta.
El voto femenino se está moviendo. Lentamente, pero se mueve. Y cuando se vaya del todo, no habrá ministerio de Igualdad ni lazo morado que lo pare.
Porque al final la gente no es tonta:
Puedes salir en la tele llorando por Gaza, puedes llenar Instagram de frases feministas…
pero si luego proteges a tus acosadores y dejas solas a tus compañeras, tu feminismo vale menos que un euro de madera.
En Torremolinos, en Ferraz y en toda España, las mujeres del PSOE ya no piden discursos.
Piden hechos.
Y mientras no lleguen, el partido seguirá perdiendo lo único que no puede permitirse perder: su credibilidad y a sus votantes.
La crisis actual que enfrenta el PSOE debido a estos casos de acoso sexual no solo afecta su imagen pública; también abre un debate urgente sobre su cultura interna, el machismo estructural presente y la necesidad imperiosa de reformas profundas para garantizar un entorno seguro y respetuoso para todas las militantes y trabajadores socialistas.
