I
El Iglesias, raíz y flor
De cualquier causa perdida
Y de la Casta Jodida,
Hecho Casto Jodedor
Vive siendo de por vida;
Con lo cual se da a por
Alcanzar el alto honor
-caña de esparto que trenza
la cuerda- de un sinvergüenza
El ser de marca mayor;
Más caradura que él
En Política no hay:
Es la guinda del pastel
De la falsedad más guay;
De un piso en Vallecas,
Que le causaba jaquecas,
A un casoplón en la sierra,
Do con su clueca se aferra,
Sin dejar de hacer muecas;
Y para colmo ahora,
Aupando a su padrino,
Una de magro con vino,
Pues le ha dicho sin demora,
Que anda por buen camino,
Pactando con el Rufián
Y los demás de su clan,
Para él ser Presidente
De España, y de su gente,
Torra el Prócer Catalán
Del Proçés… Mira por donde,
Que hoy día corresponde
Al ya antiguo de Conde,
Y el de Honorable no esconde
Para que hasta Dios lo ronde.
II
A río revuelto, ganancia de pescadores,
Pero, como repartirse éstos la ganancia
No se ponen de acuerdo, retumban tambores
De guerra, con tanto estruendo y resonancia,
Como, cerca la muerte, se oyen sus estertores;
Viene a cuento porque el hacer en tiempo revuelto
Política, es a perder el tiempo estar resuelto;
Repartirse la ganancia, que en este caso
Es hacerse con el Poder, tiene malas pulgas;
El hacer del mismo un buen reparto es tan escaso
Como, hablándole de tú al Sánchez: “tu promulgas,
Le decimos, que eres la aurora, y el ocaso
Los demás”, y Roma locuta, causa finita:
¡Ea, el tren de Arganda, que ni anda ni pita!;
Dicho en román paladino: tal como estamos
En río revuelto, de seguir otros cuatro tramos
Más en el Poder el Sánchez, … ¡arreglados vamos!