El Rufián, haciendo honor a su apellido,
Le exige al Sánchez, si quiere su apoyo,
Aunque le haga falta un sexto sentido,
Para que Cataluña salga del hoyo
En el que le ha hundido el despilfarro
De su Política de ancho arroyo
Desbordado, que obligue a subirse al carro
De los impuestos a la señora Ayuso,
Para que a Madrid le salpique su barro;
Además de enano de cuerpo, obtuso
De cacumen, … señor Rufián: aconseje
A su Gobierno que, tan solo en uso
De su autonomía fiscal, se deje
De subir impuestos a diestra y siniestra,
Pues bajarlos, como en Madrid, es el eje,
En torno al que gira la puerta maestra
Por donde entra el viento de su progreso,
Que, si a sus empresas atrae, es una muestra;
En vez de poner en el Peloponeso
Una Embajada, sepa que el Presidente,
Sí, el tal Sánchez, no puede hacer eso
Que usted le exige para tender un puente
Y vuelva a Cataluña su empresariado,
Pues, aunque a le ley le hinca un diente,
Con la señora Ayuso habrá topado,
Quien está dispuesta a otra derrota
Infringirle … Va pues, señor Rufián, dado,
Si es que confía en empinar la bota
Del sí, a seguir bailando la sardana
Del no poder sacar de su bancarrota
A una Cataluña con un mañana
Como el suyo, que ha ido por lana
Y ha salido esquilado como está mandado,
Puesto que, cuando repique la campana,
Dando fin a su Misa, volverá a su Condado,
Una vez más, … ¡con el Santo sin peana!.