Señor Alcalde, el pasado 11 de mayo se publicó una carta suya en este periódico en la que usted decía que no pensaba acatar las decisiones de la Junta Electoral. En ella hablaba sobre que no estaba dispuesto a ver la voluntad de un pueblo arrodillada ante una persona que se niega a respetar las mayorías democráticas. Pues bien, yo soy esa persona, y le digo que no puede tener un concepto más erróneo de la democracia.
Según su concepto de democracia, ustedes pueden decidir lo que quieran, pueden decir lo que quieran y pueden hacer lo que quieran porque son mayoría. Son los amos y señores del pueblo, porque son mayoría. ¿Es ese, su concepto de democracia?
El mío, señor Alcalde, es bien distinto. Para mí la democracia consiste en aquella forma de gobierno en la que los representantes son escogidos por los ciudadanos y gobiernan de acuerdo con la Ley. Es un detalle que quizás para usted sea insignificante, pero que en realidad fundamenta todo nuestro sistema democrático. La llamada separación de poderes: legislativo, ejecutivo y judicial. El primero crea las leyes, el segundo las ejecuta y el tercero vela para que las leyes se cumplan.
Así, usted es Alcalde, elegido democráticamente. Usted encarna al poder ejecutivo. Usted ejecuta las leyes. Pero usted ni las crea, ni es nadie para decidir si unas leyes deben aplicarse o no. Ni por el hecho de ser Alcalde, ni por el hecho de tener una mayoría más o menos importante. Precisamente porque vivimos en un sistema en el que existe separación de poderes.
Un sistema que me permite a mí, que según usted debo ser insignificante por no formar parte de la mayoría, denunciar aquellos actos que puedan ser contrarios a la Ley. Y no decido yo si son o no contrarios ante la Ley, ni tampoco decido el castigo que merecen tales actos. Lo decide un juez o equivalente (en este caso la Junta Electoral). Es algo que puede hacer cualquiera, incluso usted mismo. Porque todos somos iguales ante la Ley.
Y como todos somos iguales ante la Ley, todos debemos acatarla. Usted también, señor Alcalde. Porque de lo contrario usted nos está diciendo que no es igual a los demás, que se encuentra en un plano superior y puede decidir qué leyes acata y cuáles no. Y eso, señor Alcalde, es muy poco democrático.
Tenemos la suerte de vivir en una de las democracias más avanzadas del mundo. Una democracia que permite que usted, que pretende acabar con este país democrático, pueda decirlo abiertamente y defender sus ideas. Una democracia que le permite ser Alcalde a pesar de sus intenciones. Y es una democracia que me permite a mí, que soy insignificante a sus ojos, denunciar cualquier acto que crea contrario a la Ley.
Tenga por seguro que lo seguiré haciendo, señor Alcalde. Voy a seguir defendiendo los derechos de todos los ciudadanos, pero especialmente los que no pensamos como usted, que estamos ninguneados y señalados. Y lo seguiré haciendo porque alguien le tiene que recordar que vivimos en un país donde todos somos libres e iguales ante la Ley. Lo seguiré haciendo porque yo SÍ creo en la democracia.
José Luis Linares Sánchez
