Propiciado por la puta Agenda 2030

La conciencia marrón

En fin, cosas del multiculturalismo globalista, adobado de ´buenismo´, y propiciado por la puta Agenda 2030

Jeremy Wade poco antes de devolver el ´pececito´ al agua
Jeremy Wade poco antes de devolver el ´pececito´ al agua. PD

Creo que con este rollo de la ´conciencia planetaria´ y su jerarquía de valores, adaptada a una moral de diseño tan cambiante y banal como el ancho de las corbatas, estamos empezando a perder los papeles, llegando a situaciones tan kafkianas que rayan lo bufo, por no decir lo criminal.

Y este comentario viene a raíz de un documental que emiten en el canal Discovery Max de tv, llamado “Monstruos de río”, donde el argumento siempre es el mismo: un afamado pescador británico, Jeremy Wade, junto con su equipo de cámaras y cortesanos varios, se dedica a viajar a los lugares más recónditos del planeta, allí donde se han producido muertes misteriosas provocadas por algún ´monstruo de río´.

Las víctimas suelen ser en el 99´9% de los casos, niños o adultos de bajo estrato social, habitantes de humildes aldeas tercermundistas, situadas a orillas de ríos o lagos.

Pues bien, el pescador -que al mismo tiempo hace de presentador- lleva a cabo su investigación, encarrilada a averiguar qué depredador asesino es el responsable de las muertes.

Una vez identificado el ´bicho´, procede a capturarlo, empleando para ello todas sus artes de pesca, así como su costoso y sofisticado equipo.

Una vez capturado ´el asesino de río´, ante la mirada de alivio y gratitud de los aterrorizados lugareños, los señores de Discovery Max, tras hacer unas fotos y filmar al devora hombres, lo vuelven a soltar -con delicadeza y mimo- en el mismo lugar en donde lo acaban de capturar. Obviamente, a los nativos del lugar, parientes y vecinos de las víctimas del depredador, se les queda cara de gilipollas.

Creo que con la engolada y woke ´conciencia planetaria´ de los ´ecoprogres´, lo verde, cada vez más, comienza a parecer marrón; y no solo de color, sino también de olor.

Y yo me pregunto: si las muertes hubiesen ocurrido en un río o lago de Gran Bretaña, y las víctimas hubiesen sido niños británicos que se estaban bañando tras salir de la escuela, ¿habrían devuelto vivo al depredador al escenario de sus matanzas?

Acaso los niños indígenas, por el hecho de ser pobres, de piel oscura y no hablar inglés, son menos humanos que los niños ingleses. Pues parece ser que, para algunos, sí, aunque ahora nos acabamos de enterar de que tampoco, tal y cómo vamos a ver a continuación.

En Gran Bretaña, entre los años 1997 y 2013, cerca de 1.500 menores tuteladas sufrieron abusos sexuales, la mayoría a manos de inmigrantes. Los casos fueron encubiertos por las autoridades, pero acabaron saliendo a la luz hace diez años gracias a un informe del que se hicieron eco los grandes medios del país. Entre los sucesos más sangrantes destacan los acaecidos entre 2005 y 2008, cuando cientos de adolescentes, menores de edad, de Rochdale, una ciudad situada al noroeste de Inglaterra, sufrieron abusos sexuales y torturas de todo tipo, a manos de una mafia pakistaní que actuaba por toda el área del Gran Mánchester y la Inglaterra rural. Estas actuaciones delictivas eran ampliamente conocidas por la Policía y los servicios sociales, que decidieron no actuar ni alzar la voz ante el miedo de ser tachados de racistas.

En este desorden de cosas, figura el caso de la niña inglesa, Charlene Downes, ocurrida en Blackpool, Lancashire, el 1 de noviembre de 2003. Las autoridades determinaron que Charlene, una niña de 14 años, pudo haber sido una víctima de secuestro y explotación sexual por parte de bandas locales. Una investigación más profunda reveló que, en esa época, al menos 60 niñas habían sido abusadas en locales de comida rápida de la zona.

La policía de Lancashire fue objeto de duras críticas por su manejo inicial del caso. En 2006, tres años después de la desaparición, notificaron a la familia que Charlene había sido asesinada. Sin embargo, en el juicio celebrado en 2007, donde se acusó a Ilyad Albattikh de asesinato y a Mohammed Reveshi de ocultar el cuerpo, fue declarado nulo debido a errores en la recopilación de pruebas.

Durante los procedimientos judiciales, surgió el aterrador descubrimiento de que el cuerpo de Charlene había sido desmembrado y servido como kebab, en un restaurante local. Debido a una mala praxis, por parte de la policía, en la obtención de pruebas, los acusados fueron absueltos y recibieron sendas indemnizaciones de 250,000 libras cada uno.

En fin, cosas del multiculturalismo globalista, adobado de ´buenismo´, y propiciado por la puta Agenda 2030.

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Autor

Antonio Gil-Terrón Puchades

Antonio Gil-Terrón Puchades (Valencia 1954), poeta, articulista, y ensayista. En la década de los 90 fue columnista de opinión del diario LEVANTE, el periódico LAS PROVINCIAS, y crítico literario de la revista NIGHT. En 1994 le fue concedido el 1º Premio Nacional de Prensa Escrita “Círculo Ahumada”. Ha sido presidente durante más de diez años de la emisora “Inter Valencia Radio 97.7 FM”, y del grupo multimedia de la revista Economía 3. Tiene publicados ocho libros, y ha colaborado en seis. Actualmente escribe en Periodista Digital.

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