Están acostumbrados a mentir;
y, aún peor, a que muchos se lo crean.
Tanto, que ni siquiera se plantean
que sería preciso distinguir
entre aquello imposible de asumir,
y lo que, como tanto bombardean,
tragan ¡y ni siquiera pestañean!
quienes jamás los ojos van a abrir.
El Marlaska, falaz aún cuando calla,
afirmó que, el delito, en cantidad,
estaba aquí perdiendo la batalla
ante las Fuerzas de Seguridad.
¡Y se quiso colgar esa medalla
faltando, una vez más, a la verdad!
Crece el delito; y, por su incompetencia,
apenas se denuncia, en consecuencia.
