“Con la Santa Madre Iglesia”
dijo Sancho, “hemos topado”.
Sabia y experta por siglos,
del Más Allá son los amos,
a los que salen del tiesto
mal de ojo les ha echado;
se la tiene preparada
al llegar al Otro Barrio.
Una escala de castigos
espera, según pecados;
a los que llaman “veniales”
en el Purgatorio, un rato
se pasan los condenados
hasta que sus almas queden
de polvo y paja, sin rastro.
Aquellos que, en los más graves
caen, se vayan preparando
pues del infierno no salen,
eternamente abrasados.
Hasta aquí todo iba bien,
San Pedro se iba apañando;
pasaba lista a la entrada,
los justos eran salvados
y a la Gloria, derechitos
con su lira bajo el brazo.
Al resto los repartía,
a los unos, más abajo,
los otros, al entresuelo,
y colorín, colorado.
Pero de pronto aparece
algo en que no habían pensado:
los delitos de un Gobierno
que al Poder se ha atornillado
y ni con agua caliente
podrá ser desalojado.
Son tantos y numerosos
que la escala han reventado.
El infierno, y con razón,
a gritos ha protestado;
que no los quieren allí
lo están dejando muy claro
“Todavía hay clases” dicen
y Satán se suma al carro;
la amenaza es hacer huelga
y una gorda se habría armado.
Del Purgatorio, seguro
puede decirse “no hay caso”;
no hay comparación posible,
faltillas de tres al cuarto
con toneladas de horrores
por aquellos perpetrados.
Se celebran reuniones,
se consulta a los más sabios,
pero el asunto les tiene
del todo desconcertados
y de momento, no saben
cómo salir del atasco.
Los que con esa gentuza
allí están colaborando,
al estar ya en los infiernos
no precisan peor trato;
¿Qué espera a los inocentes,
los que se están enterando,
ni a las buenas ni a las malas,
nadie les echa una mano?
Cuando me lleguen noticias
de lo que, al fin, se ha acordado
se lo contaré con gusto
aunque esto va para largo.
En fin, se admiten apuestas
en lo más grave del caso
¿Qué pasará con la mafia
que tomó todo al asalto?
Que los actuales infiernos,
por muchos sean sus grados
se van a quedar en nada
pero nada, comparados,
con las llamas y el aceite
en los que serán asados.
A lado de lo que espera
a esta panda de tiranos,
lo repito, los infiernos
van a parecer helados.
No cabe que se les diga
“Dios les pille confesados”
que esta gente seguirá
una vez más, acusando
cómo no, a la ultraderecha
que no deja de acosarlos;
les odia por progresistas
con olas de bulo y fango.
Pues con su pan se lo coman;
pero que tarde o temprano
les llega su San Martín,
eso, podemos jurarlo.
