Imaginen a un pobre hombre
que ha sufrido un accidente;
el coche está destrozado
y él, poco menos, parece.
Lo llevan a un Hospital
entre la vida y la muerte
tiene roto casi todo;
por supuesto, está inconsciente;
muchas, graves, sus heridas,
por las que la sangre pierde;
si algún órgano funciona
a medias, ya es mucha suerte;
respira, sí, pero poco
apenas le quedan dientes…
en fin, que está hecho un asquito
aunque ya nada le duele
porque están tan destrozado
que, ni siente, ni padece.
Ahora viene lo mejor:
el médico que le atiende
una aspirina receta
y se olvida del paciente.
Es todo un cuento de horror
que, en verdad, nos estremece.
Pues, traducido a lo actual
muy semejante acaece
ya que está la pobre España
por las mulillas la lleven,
o sea, para el arrastre,
así, mejor se me entiende.
¡Pues el Doctor Feijóo
otro prodigio evidente,
muy semejante al de Urgencias,
a cuál más incompetente,
receta otra estupidez
mejor idea no tiene!
Para curar al enfermo
que, a chorros, desaparece,
cada vez más desahuciado,
cada vez más indigente,
¡agárrense, que esta es buena!
ha convocado a su gente
a una manifestación
con la que el tío pretende
que su múltiple gritar
tanto y tan fuerte resuene
que al Señor de la Moncloa
enorme pánico le entre
y nos convoque a elecciones;
por supuesto, otra vez, pierde
y el genio de la aspirina
es el nuevo Presidente!
El cuento de la lechera…
esta vez, con mala leche:
Sánchez se estará riendo
a mandíbula batiente:
semejante Oposición
es la que más le conviene
para seguir en el cargo,
no diré que eternamente,
pero sí por muchos años
que de allí no va a moverle
un sujeto que de ingenio
y oportunidad carece.
¡Batiendo palmas está
y, si pudiera, le bese!
Con semejante doctor
esto, remedio no tiene:
al igual que el del tortazo
a la mierda se va en breve
esta Nación, cada vez
más pobre y más impotente.
Ahora surge la pregunta:
España ¿o no? ¿se merece
estos desechos de tienta
como casta dirigente?
Cada cuál, en su conciencia,
responda y llore… si puede.
