La mili en España: historia, experiencias, críticas, reflexiones y propuesta integral… ¿Resucitar el servicio militar obligatorio?

La mili en España: historia, experiencias, críticas, reflexiones y propuesta integral… ¿Resucitar el servicio militar obligatorio?

Se habla, se dice, se comenta… que España necesita resucitar la “mili”, el servicio militar obligatorio. Quienes defienden esta medida lo justifican alegando que cada día aumenta el riesgo de que Rusia nos invada. Al parecer, este sería el único y potencial enemigo de España, olvidando que el único que históricamente ha representado una amenaza real y directa se llama Marruecos. La cuestión esencial no es si debemos resucitar la mili, sino qué tipo de mili necesitamos, con qué objetivos y con qué finalidad.

Experiencia personal y reflexión histórica

Durante mi adolescencia, fui miembro de la Organización Juvenil Española y asistí a un campamento militar —premilitar lo llamaban— de un mes de duración. Apenas tenía catorce años y allí recibí la instrucción que se impartía a quienes por entonces realizaban el servicio militar obligatorio, exclusivo para varones.

Durante los años finales del régimen del General Franco, salvo quienes eran destinados a unidades especiales como la COES, La Legión o la Brigada Paracaidista, la formación era básica, precaria y limitada. Los reclutas pasban largas horas en la cantina, aprendían a “ser listo y hacerse el tonto” para evitar sanciones -«escaquearse»- y a hablar con un lenguaje soez y vulgar que impregnaba la vida diaria.

Aun así, había aspectos positivos: muchos jóvenes se alfabetizaban, obtenían el carné de conducir y tenían la primera oportunidad de salir de su pueblo o comarca, y convivir con personas de otras regiones y lenguas. Algunos afirman que estas lenguas estaban prohibidas, pero eso es falso. Esta experiencia permitió a muchos comprender la diversidad cultural y lingüística de España, incluso antes de la apertura democrática.

Cuando llegó el momento de acudir obligatoriamente al servicio militar, me declaré objetor de conciencia, siendo de los primeros en hacerlo. Esto evidencia que la imposición ciega de la mili no siempre es compatible con convicciones éticas, personales o racionales, y que la experiencia histórica de la mili tradicional era discriminatoria para los hombres y poco útil para la sociedad.

Crítica al ejército profesional y a las misiones internacionales

Actualmente, España posee un ejército profesional considerado de los mejores del mundo. Sin embargo, está disperso por misiones internacionales, en conflictos de baja, media y alta intensidad, muchos de ellos sin interés directo para la defensa de España. Estas operaciones cuestan millones de euros y vidas humanas, mientras que la protección de nuestras fronteras y la preparación ante emergencias internas queda totalmente desatendida.

Participar en conflictos ajenos convierte al ejército en un instrumento al servicio de intereses extranjeros y ajenos a nuestra seguridad nacional. Esto implica un despilfarro de recursos humanos y económicos, además de exponer innecesariamente a la población militar al riesgo de pérdida de vidas.

España no debe erigirse en gendarme del mundo ni actuar como sicario al servicio de terceros. La neutralidad no significa pasividad; significa prudencia estratégica, priorizando los intereses reales de la nación y la seguridad de la población.

La pregunta del millón de euros: ¿qué tipo de mili?

Resucitar la mili sin definir claramente qué tipo de formación y objetivos se persiguen carece de sentido. ¿Queremos repetir el modelo de los años finales del régimen franquista, discriminatorio para los hombres, poco útil y mal organizado? Aquella mili consistía en pasar horas haciendo el tonto, aprender lenguaje soez, comer en cantinas interminables y recibir una formación militar limitada salvo en unidades especiales.

Por tanto, la pregunta central no es “¿debemos volver a la mili?”, sino cómo diseñar un servicio militar útil, equitativo, mixto y eficaz, que sirva a España y no a intereses ajenos.

Ejemplos a seguir: Suiza e Israel

No sería mala idea inspirarse en países como Suiza o Israel, donde se aplica la máxima “Si vis pacem, para bellum”: solo una sociedad abierta, próspera y preparada puede mantener la paz y la estabilidad.

Suiza

  • Ejército de milicia con aproximadamente 140.000 reservistas.
  • Reciclaje y actualización periódica hasta la edad máxima de movilización.
  • Cumplimiento del servicio obligatorio como requisito para participar en elecciones.
  • Defensa territorial y preparación ante emergencias naturales.

Israel

  • Servicio obligatorio: 2 años mujeres, 2,5 hombres.
  • Reciclaje y reserva hasta edades comprendidas entre 40 y 45 años.
  • Integración de ambos sexos y alternativas de servicio social para objetores de conciencia.
  • Preparación militar y defensa civil.

Estos modelos permiten que todos los ciudadanos participen en la defensa nacional y ante emergencias, fomentando cohesión social, disciplina y civismo.

Movilización del ejército para emergencias y defensa interna

Si se resucita la mili, su utilidad debe centrarse en objetivos concretos y reales:

  • Incendios forestales de gran magnitud.
  • Desbordamientos de ríos y catástrofes hídricas.
  • Terremotos y erupciones volcánicas, como la ocurrida en la Isla de La Palma.
  • Crisis políticas internas graves, como el golpe de Estado de Cataluña en 2017.

Esto garantiza que los recursos humanos y materiales estén disponibles donde realmente se necesitan, evitando dispersión en conflictos internacionales sin relevancia directa para España.

Servicio militar moderno: modelo integral

Un servicio militar obligatorio moderno, justo y eficaz debería incluir:

  1. Formación militar básica y reciclaje periódico, hasta la edad máxima de movilización.
  2. Integración de hombres y mujeres, con igualdad de derechos y deberes.
  3. Alternativas de servicio social, respetando el derecho a la objeción de conciencia.
  4. Preparación para defensa territorial y emergencias nacionales, con participación en actividades de utilidad pública.
  5. Neutralidad internacional, limitando la participación en conflictos externos irrelevantes para España.
  6. Cohesión social y conexión entre deber cívico y derechos democráticos, siguiendo el ejemplo de Suiza.

Este modelo asegura preparación militar, cohesión social, igualdad de género, utilidad pública y protección efectiva de la población.

¿Qué carajos pintan las fuerzas armadas españolas en misiones internacionales, por todo lo largo y ancho de este mundo mundial?

¿Por qué España tiene que enviar soldados a conflictos en los que no se nos ha perdido nada, gastando millones de euros y vidas humanas? Mantener la neutralidad no es debilidad; es proteger a la población y los recursos. Convertir al ejército en gendarme del mundo o en sicario al servicio de terceros es despilfarro y abuso de confianza de la sociedad sobre sus fuerzas armadas.

Análisis comparativo internacional

España: ejército profesional ~120.000 efectivos; gasto anual >12.000 millones de euros; participación en más de 20 misiones internacionales; la enorme dispersión limita la capacidad de respuesta interna.

Suiza: ejército de milicia ~140.000 reservistas; reciclaje periódico; requisito para votar; enfoque territorial y neutral; preparación ante emergencias y defensa de la población.

Israel: servicio obligatorio 2 años mujeres, 2,5 hombres; reciclaje y reserva hasta los 40-45 años; integración de ambos sexos; preparación militar y defensa civil; alternativas de servicio social para objetores.

Un sistema mixto de servicio obligatorio, con reciclaje y enfoque en defensa del territorio y emergencias, permite:

  • Preparación efectiva ante amenazas internas y externas.
  • Cohesión social y equidad de género.
  • Reducción del gasto en conflictos internacionales innecesarios.
  • Conexión directa entre deber cívico y derechos democráticos.

Reflexión final: utilidad, justicia y futuro

Resucitar la mili no significa volver al pasado ni imponer experiencias discriminatorias o poco eficaces. Debe significar reinventar el servicio militar como un instrumento de utilidad pública, equitativo y moderno, con objetivos claros:

  • Preparación militar constante y reciclaje periódico.
  • Defensa territorial y asistencia a la población ante desastres.
  • Integración de mujeres y respeto a objetores de conciencia.
  • Neutralidad internacional y limitación de participación en guerras externas irrelevantes.
  • Cohesión social, formación cívica y conexión entre deber y derechos democráticos.

Solo así España podrá transformar la experiencia histórica de la mili —discriminatoria, ineficaz y dispersa— en una herramienta de preparación, solidaridad y defensa real, protegiendo vidas y recursos, fortaleciendo la sociedad y asegurando que cada ciudadano pueda cumplir con su deber de manera útil y justa.

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