Ganar la calle fue un logro de la democracia, porque durante más de 40 años en España la calle fue de la Policía y de los sucesivos ministros del Interior, como bien se encargó de recordar Fraga cuando le tocó mandar en las fuerzas antidisturbios, siendo ministro de la Gobernación con Arias Navarro.
Cuando los autoritarios descubrieron que las protestas de los ciudadanos estaban garantizadas por la Constitución, no tuvieron más remedio que aceptar que la calle era de todos y que el derecho de manifestación no estaba sometido a la decisión generosa y arbitraria de los gobernantes.
Lo que la ley no previó fue la irracionalidad, el oportunismo o la instrumentalización partidista de las movilizaciones, y yo me felicito de que así sea porque es bueno que, en democracia, hasta los sectarios e indocumentados reclamen que la calle es suya.
Hace menos de un mes que los ciudadanos que fueron a votar decidieron darle la mayoría electoral al PP y, cuando aún los populares no han hecho nada, porque todavía está vigente la legitimidad del Gobierno en funciones presidido por Rodríguez Zapatero, Cayo Lara ha llamado a la movilización permanente y preventiva contra el futuro Gobierno de Rajoy, y los socialistas de Castilla-La Mancha han anunciado que se opondrán en el Parlamento y en la calle a las medidas anunciadas por María Dolores de Cospedal para ahorrar dinero y cumplir con el límite de déficit público.
No sé si se oponen a que los cargos públicos no estén autorizados a gastarse más de 12 euros por comida, o que no cobren ninguna paga extraordinaria, que no dispongan de tarjetas de crédito con cargo a la Administración o que dejen de tener coche oficial, porque estas son algunas de la medidas complementarias anunciadas para los Gobiernos populares, pero si los que anuncian que van a estar en la calle protestando hiciesen lo mismo que han decidido hacer Cospedal y Rajoy, tal vez resultasen creíbles, aunque no me imagino yo a Cayo Lara, ni a Méndez ni a Toxo, comiendo de menú y yendo a trabajar en autobús. Intuyo que durante la próxima legislatura el tráfico en Madrid va a estar bastante complicado porque los que no han conseguido mayoría en el Parlamento van a intentar buscar su legitimidad en la calle, y allá ellos. El personal hace tiempo que dejó de ser tonto.