El PSOE se vuelca en "desmontar" a PODEMOS

Pedro Sánchez está haciendo ‘picadillo’ a Pablo Iglesias, insensible a sus súplicas y lamentos

Pedro Sánchez está haciendo 'picadillo' a Pablo Iglesias, insensible a sus súplicas y lamentos
Pedro Sánchez (PSOE) y Pablo Iglesias (PODEMOS). PD

Vae victis es una expresión en latín que significa ‘¡Ay, de los vencidos!‘. El historiador Tito Livio se la atribuye a al jefe galo Breno que el 390 a.C. había sitiado Roma y vencido a sus defensores.

Breno accedió retirarse si los atribulados romanos le pagaban mil libras en oro, lo que serían unos 327 kilos.

Estaban los romanos pesando llorosos el botín, cuando descubrieron que los galos habían amañado la balanza.

Protestaron airados y por toda respuesta Breno, se limitó a arrojar su espada en la balanza, alterando todavía más a su favor el pesaje, mientras exclamaba amenazador «Vae victis!».

La frase sobrevive hasta nuestros días y se usa para subrayar la impotencia del vencido ante el vencedor, sobre todo en una negociación.

Pues vae victis! Pablo Iglesias. Las posibilidades de que las relaciones entre el PSOE y Podemos se recompongan antes del jueves 25 de julio de 2019, cuando tendrá lugar la votación definitiva de la investidura de Pedro Sánchez, son cada día más remotas.

Sánchez está haciendo ‘picadillo‘ a Iglesias, insensible a sus súplicas y lamentos.

Ya hasta se burla, en persona o por subalterno interpuesto, de las constantes solicitudes del líder de Podemos, que solicita lastimoso un puesto -el que sea- el futuro Gobierno.

Los socialistas, como explican Juan Ruiz Sierra y Miguel Ángel Rodríguez en ‘El Periódico‘, descartan tender la mano y sacar del agua al líder morado, después de que este rechazase la propuesta de que miembros de su partido ocuparan ministerios sociales.

A partir de ahora se esforzarán, explican fuentes de la dirección del PSOE, en «desmontar» el discurso de quien hasta hace muy poco tiempo era el «socio preferente».

Desde que el pasado lunes Sánchez diera por «rota» la negociación con Iglesias, a raíz de la controvertida consulta interna en Podemos, los principales colaboradores del presidente en funciones están volcados en dibujar una imagen del líder morado como alguien que solo piensa en ‘pillar cacho‘, un dirigente miope, empecinado en su solución personal y que incluso está dispuesto a volver a llevar al país a elecciones, con el riesgo de que en la hipotética convocatoria acabe sumando la derecha, si no logra su objetivo de ocupar un «sillón«.

Si el martes la vicesecretaria general, Adriana Lastra, acusó a Iglesias de buscar «un Gobierno paralelo a su servicio«, este 17 de julio de 2019 el secretario de Organización y ministro de Fomento, José Luis Ábalos, subrayó que el Ejecutivo no está para resolver la «situación de necesidad» del líder morado, en claro declive electoral.

«Hablamos de un Gobierno para los españoles, no para los intereses de los partidos políticos, sea cual sea su situación de necesidad», dijo Ábalos en Tele 5.

Después, en La Sexta, el ministro volvió a hurgar en la presunta ambición de Iglesias.

«Hay formas de abordar las cuestiones. Si el prisma pasa por uno mismo, es complicado».

Con su discurso, los socialistas buscan desgastar a Podemos, con la vista puesta en otro posible intento de investidura en septiembre, en el que esperan que su líder aparque su exigencia de entrar en el Gobierno, pero también en unos nuevos comicios, que se celebrarían el 10 de noviembre.

Los morados, mientras tanto, pidieron al PSOE que cambiaran «las formas y el fondo» de sus declaraciones, porque «descalificar» a los posibles aliados, dijeron, «suele ser una mala política». Pero los socialistas contestan que quien empezó el mal tono fue Iglesias, al sostener que Sánchez no era de fiar y acusarle de dejarse llevar por las «presiones» del Ibex 35.

La inminencia del debate de investidura, sin embargo, no solo sirvió para que el PSOE avivara su enfrentamiento con Podemos.

Los socialistas también lograron sumar un escaño, el de Joan Baldoví, de Compromís, que votará a favor de la investidura si el jueves los socialistas le presentan un «documento satisfactorio» con el compromiso de reformar la financiación autonómica durante la próxima legislatura, si es que arranca.

Con este movimiento, Sánchez cuenta ahora con 125 apoyos: 123 del PSOE, uno del PRC del anchoero Revilla y otro de Compromís, a la espera de que los seis diputados del PNV acaben sumándose.

No es mucho, y desde luego no garantiza la reelección, pero el ‘sí’ de Baldoví, antiguo socio de Podemos, contribuye a elevar la presión sobre Iglesias.

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