El Partido Popular inicia julio con un movimiento estratégico que marca la consolidación del liderazgo de Alberto Núñez Feijóo. El gallego ha decidido renovar el núcleo de mando popular: Miguel Tellado será el nuevo secretario general del partido, mientras que Ester Muñoz tomará el relevo como portavoz en el Congreso de los Diputados. El anuncio, realizado este miércoles en una entrevista televisiva, viene a confirmar lo que ya se rumoreaba en los pasillos de Génova: Feijóo apuesta por la lealtad y la contundencia para afrontar una legislatura marcada por la polarización y las batallas electorales inmediatas.
La salida pactada de Cuca Gamarra, hasta ahora número dos del partido, allana el camino para esta remodelación. Gamarra seguirá vinculada al comité de dirección, encargándose de áreas como justicia, interior y defensa, pero cede protagonismo a figuras más alineadas con el estilo directo y la estrategia electoral de Feijóo. En paralelo, se reorganizan otros puestos clave, anticipando un comité de campaña diseñado para acorralar políticamente a Pedro Sánchez.
El ascenso de Tellado: confianza y mano dura
Miguel Tellado, gallego y hombre de absoluta confianza de Feijóo, representa la continuidad del círculo cercano que acompañó al presidente popular desde su etapa en la Xunta. Ya ejercía como vicesecretario de Organización y más tarde como portavoz parlamentario tras las elecciones generales. Su conocimiento profundo del aparato interno y su papel como “escudero” han sido determinantes para su nombramiento. Tellado es percibido dentro y fuera del partido como un perfil duro, poco dado a medias tintas, y cuyo principal objetivo es blindar la cohesión interna hasta las próximas generales.
Este movimiento refleja que Feijóo se siente ahora con manos libres para culminar la transformación interna iniciada tras la crisis que siguió a la caída de Pablo Casado. Si en 2022 evitó romper completamente con el pasado por razones estratégicas, ahora consolida un núcleo sin fisuras públicas ni concesiones a equilibrios territoriales o internos.
Ester Muñoz: nueva voz para tiempos de confrontación
La elección de Ester Muñoz como portavoz parlamentaria también responde a criterios claros: juventud, experiencia orgánica y parlamentaria, pero sobre todo un estilo mediático combativo. Diputada por León y muy activa en redes sociales, Muñoz encarna la nueva política popular: directa, sin complejos y dispuesta al enfrentamiento dialéctico con el Gobierno. Su designación anticipa una oposición menos templada y más enfocada en recuperar voto fugado hacia Vox o movilizar al electorado desencantado con el PSOE.
Ambos perfiles —Tellado y Muñoz— simbolizan una línea dura que algunos consideran imprescindible para reilusionar al votante tradicional del PP en un contexto donde la alternativa ideológica debe ser clara y sin titubeos frente al discurso socialista. El reto es doble: captar electores centristas sin perder los flancos conservadores.
Contexto interno: tregua con Ayuso y estabilidad (de momento)
El cambio llega justo después de que Feijóo haya conseguido sellar una tregua interna con Isabel Díaz Ayuso, evitando así una batalla estatutaria sobre el sistema de elección interna del líder nacional. La presidenta madrileña no impulsará finalmente el modelo “un militante, un voto”, aceptando mantener el sistema actual basado en compromisarios —lo que otorga al aparato nacional mayor control sobre los tiempos políticos—. Este armisticio proporciona estabilidad al congreso extraordinario popular previsto para este fin de semana.
La renovación se produce mientras los socialistas gestionan su propia crisis interna tras la detención e ingreso en prisión de Santos Cerdán. Tanto Sánchez como Feijóo preparan a sus partidos para lo que muchos ya llaman “la batalla final” antes del próximo ciclo electoral.
Consecuencias políticas: ¿más PP o más Feijóo?
Con estos nombramientos, Feijóo lanza un mensaje nítido: el PP será ahora más feijoísta que nunca. No hay espacio para disidencias ni para experimentos territoriales; los nuevos mandos serán responsables directos ante Génova y su líder. Esta centralización puede reforzar la imagen de autoridad interna —una baza nada desdeñable frente a un PSOE fragmentado— pero también implica riesgos: menos pluralidad puede traducirse en menor capacidad para integrar a todas las sensibilidades del centro-derecha español.
La estrategia es clara: construir un “comité de campaña” permanente capaz de hacer frente a Sánchez en cada debate parlamentario, explotar los errores del Ejecutivo e ilusionar a una base electoral necesitada de certezas tras años de turbulencias internas.
