Si anhelas la fama fácil, no imites a Wyndham Lewis, por J.C.Deus

En el mundillo del arte, como en todos los mundillos, existe una descomunal conjura de los necios contra las almas independientes, los lúcidos molestos, los que no guardan la debida compostura. La Fundación Juan March, que tan original es siempre en sus propuestas, se ha empeñado en rescatar a un ilustre desconocido, Wyndham Lewis (Amherst, Nova Scotia, 1882-Londres, 1957), un británico vanguardista, polifacético y genial, pero sin el talento (esa ‘furbicia’ italiana) necesario para bandearse en la vida social sin pisar callos, diciendo lo correcto y callando frecuentemente. Un ejemplo de hombre renacentista preocupado de hacer y no de parecer, con esa bendita -y maldita- inteligencia rebelde que es el mejor pasaporte para el ostracismo.

Creador en 1914 del Vorticismo, el único movimiento inglés de vanguardia, Wyndham Lewis fue pionero de la abstracción, pintor de guerra, gran retratista (Ezra Pound, T. S. Eliot, James Joyce, Rebecca West, entre otros), novelista, ensayista, editor, crítico literario y de arte; y creador de revistas de vanguardia como Blast o The Enemy. Lewis fue una suerte de “monovanguardia”, “la personalidad más fascinante de nuestro tiempo”, le llamó Eliot en 1918. Y el caso es que somos tan quijotes que un país como éste tan necesitado de recuperaciones propias, se permite el lujo de emprenderla con un inglés y presentar su más completa revisión desde una antológica que le dedicara la Tate en 1956, un año antes de su muerte. 150 obras que dan una acabada idea de esta figura desconocida del modernismo de la primera mitad del siglo XX, con la entusiasta colaboración de Paul Edwards, comisario invitado y principal experto, y Richard Humphreys, responsable de la Tate Gallery durante muchos años.

Una loable intención de interrumpir el “estruendoso silencio” que ha rodeado y rodea aún a este personaje polémico, polemista, que se pasó de provocador y que cometió el gravísimo error de admirar a Hitler en vez de a Stalin, en aquellos cataclísmicos años treinta cuando el capitalismo parecía acabado y los dos mesianismos se disputaban el futuro. En 1931 publica una recopilación de artículos escritos para Time and Tide tras su visita a Berlín de 1930, en la que afirma que Hitler es un “hombre de paz” y defiende algunos aspectos del fascismo frente al comunismo. A pesar de intentos posteriores por matizar aquellas opiniones, su reputación quedará dañada de forma definitiva.

Para Manuel Fontán del Junco, director de Exposiciones de la Fundación Juan March, Lewis tuvo una intensa relación emocional con España y es una especie de ‘esqueleto en el armario’ de la cultura británica, demasiado ‘disturbing’, demasiado satírico, demasiado ‘europeo’. Su pronazismo juvenil fue sin duda su perdición, y daba miedo a sus conciudadanos, que cuando querían ser sofisticados sólo miraban a París, y no a Berlín o a Madrid, donde vivió una buena temporada. Asegura que estamos ante una figura mayor de la historia del arte, la literatura y la cultura modernas, y que si su conocimiento es menor de lo deseable es por la pereza de los etiquetajes: “La obra de Wyndham Lewis no necesita de operaciones que la rescaten de un presunto olvido, del pasado; más bien necesita que se la piense como algo que nos adviene desde el futuro y nos obliga a habilitar modos de comprensión de las realidades del arte y la cultura modernas más allá de los criterios clasificatorios al uso.”

“La razón principal por la que Wyndham Lewis no forma parte, de un modo proporcionado a su indudable significado, del canon tradicional del arte –y ésta es la convicción de la que ha partido este proyecto expositivo– quizá sea que Lewis encarnó la lógica de la Vanguardia con una radicalidad para la que apenas si cabe encontrar paralelos en otros destinos de artista (hay excepciones, como el del Kazimir Malevich menos vulgarizado o el de Pavel Filonov, entre otros). Lewis llevó hasta sus últimas consecuencias –en la vida y en el arte– la mecánica de la moderna Vanguardia, que es la beligerante, paradójica y contradictoria lógica del historicismo.”

Para Paul Edwards, fue un enemigo del Establishment, con un fuerte ramalazo esotérico y clarividente. La exposición divide su vida artística en cuatro etapas, y en todas hay obras muy destacables. Entre su extensa producción literaria, figura The Revenge for Love (1937), una novela trágica sobre los ingenuos compromisos políticos de la izquierda en vísperas de la Guerra Civil española; Count Your Dead: They are Alive! (1937), un texto antibelicista sobre la Guerra Civil española y favorable al bando fascista: y Blasting and Bombardiering (1937), su primera autobiografía. De 1939 son The Jews: Are they Human?, apasionada defensa de los judíos, y The Hitler Cult: and How it will End, en el que ataca el nazismo y predice el fin de la guerra en seis años. En 1950 se publica su autobiografía definitiva, Rude Assignment.

El catálogo se publica en dos ediciones (español e inglés) cuenta con textos de los mayores especialistas internacionales; además de la reproducción y descripción de todas las obras expuestas, cronología, bibliografía, enumeración de exposiciones individuales y colectivas, se completa con una nutrida antología de textos escritos por y sobre Lewis.

Se ha preparado también una edición semi-facsímil de la revista Blast, en cuyo primer número colaboraron numerosos escritores y amigos de la época como Ezra Pound, Ford Maddox Ford o Rebecca West. Complementa el proyecto una edición de la obra de Shakespeare Timón de Atenas, que incluye las ilustraciones que Lewis preparó para una fallida edición inglesa en 1912. Los dibujos originales de Lewis, que se muestran en la exposición, se incorporan a esta versión española del texto shakesperiano –a cargo del profesor Ángel Luis Pujante y Salvador Oliva-, tal y como lo concibiera Lewis en su día.

Habrá también un ciclo de conferencias y otro de conciertos en torno a la época de Wyndham Lewis. Con el título de Retratos, un grupo de especialistas se ocupan de hacer las semblanzas de Joyce (Francisco García Tortosa), Ezra Pound (Kevin Power), T. S. Eliot (Esteban Pujals), el propio Lewis (Yolanda Morató), Rebecca West (Victoria Glendinning), el Grupo de Bloomsbury (Marta Pessarrodona) y Keynes (Francisco Cabrillo).

En cuanto a música, se ha organizado un ciclo sobre El modernismo musical en Inglaterra, en el que se recrea en el terreno musical un proceso análogo al que Lewis representó en la pintura: la recepción de las primeras vanguardias del continente y su adaptación a una tradición creativa propia, por débil que ésta fuera. Junto a la personal aportación de Britten, la renovación inglesa tuvo sus mejores defensores en otros compositores menos conocidos como Bridge, Frankel, Searle y Lutyens, entre otros. En este ciclo de cuatro conciertos actúan Agustín Prunell-Friend (tenor) y Chiky Martín (piano), la London Sinfonietta, el Cuarteto Bridge y el pianista Brenno Ambrosini.

Un despliegue, como todos los que organiza esta competente institución, brillante y completo alrededor de un personaje y en torno a su época. Uno no puede evitar ser un poco cicatero y haber deseado que tanto y tan bueno hubiera mirado hacia nuestros necesitados lares.

Para un vistazo rápido

Fundación Juan March
Exposición Wyndham Lewis
Castelló, 77. Madrid
Horario
Lunes a sábado: 11.00 a 20.00 hs.
Domingos y festivos: 10.00 a 14.00 hs.
Visitas guiadas gratuitas
Miércoles: 11.00 – 13.30 hs.
Viernes: 16.30 – 19.00 hs.

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Autor

José Catalán Deus

Editor de Guía Cultural de Periodista Digital, donde publica habitualmente sus críticas de arte, ópera, danza y teatro.

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