OPINIÓN/ BAJO EL CHAPARRÓN

Ávila decide que sean los empleados del Ayuntamiento los que despidan a sus compañeros

Ha convocado un referéndum para que decidan entre bajarse el sueldo o despedir a los interinos

Ávila decide que sean los empleados del Ayuntamiento los que despidan a sus compañeros
Juan Ávila. PD.

El Ayuntamiento de Cuenca no ha encontrado otra solución para cumplir el ajuste del plan de pago a proveedores

El alcalde de Cuenca, Juan Ávila, ha dado una vuelta de tuerca más al concepto de gestionar y administrar una ciudad para aplicar la máxima de «que el marrón se lo coman otros que yo estoy aquí para otras cosas». Y es que el Ayuntamiento de Cuenca no ha encontrado otra solución para cumplir el ajuste del plan de pago a proveedores que llevar a cabo un referéndum entre sus trabajadores para que decidan si les posponen parte de las pagas extras hasta 2017 o despiden a los funcionarios interinos.

Ávila, a pesar de llevar toda la vida viviendo de la política, es la primera vez que se enfrenta a la gestión de una administración. No es lo mismo ser delegado de Bienestar Social en la provincia de Cuenca o delegado de la Junta o incluso presidente de la Diputación que lidiar día a día con los problemas de una ciudad, aunque esta sea pequeña. Al primer frente abierto de cierta seriedad no ha querido manchar una imagen que tanto le ha costado pulir y ha decidido que no se va a comer ningún marrón. Prefiere que sean los propios trabajadores del Ayuntamiento, unos 600, los que decidan qué hacer: o bajarse el sueldo o mandar al paro al que se sienta al lado. Y esto en una ciudad como Cuenca es abrir una guerra entre vecinos que le va a costar, como poco, la Alcadía.

Porque cuando uno se toma la molestia un domingo de ir hasta su colegio electoral para elegir a éste o a aquél lo hace pensando que quien salga elegido gestionará el Ayuntamiento con más o menos acierto, pero lo hará porque para eso se ha presentado y para eso le pagan. Lo que nunca pensaron los votantes del PSOE, ni nadie en su sano juicio, es que los problemas se los iban a tener que solucionar ellos mismos en referéndum.

Porque ya que estamos, ¿por qué no hizo Ávila un referéndum cuando decidió subir el IBI? ¿Por qué no convocó otro cuando decidió privatizar el servicio municipal del agua? ¿O cuándo cambió la fisionomía de la principal vía de la capital conquense para poner un tablao de madera que es, cuanto menos, espantoso?

El PSOE, ha quedado claro, es siempre fiel a los suyos. Antes que suprimir liberados prefiere volver a la oposición que es donde parece vivir más cómodo. Y el camino hacia allí, donde no hay que tomar decisiones ni gestionar, con estas ocurrencias, ya lo ha comenzado.

El lunes 23 de septiembre veremos qué votan los trabajadores, aunque si en las respuestas figurara la opción de cambiar de equipo de Gobierno no creo que nadie tuviera ninguna duda.

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