La increíble historia real detrás de la serie 'Muriendo por sexo'

Se divorcia tras recibir un diagnóstico de cáncer y vive una odisea sexual con 200 hombres antes de morir

Molly Kochan narra en un pódcast cómo el cáncer la llevó al divorcio y a explorar su sexualidad con más de 200 hombres antes de fallecer

Molly Kochan
Molly Kochan. PD

Molly Kochan dejó un legado de liberación sexual tras su muerte en marzo de 2019, y su increíble historia fue recientemente contada en la miniserie de televisión, Muriendo por sexo.

La nominada al Oscar, Michelle Williams, interpretó a la fallecida podcaster, de 45 años, quien decidió divorciarse ipso facto y acostarse con más de 200 hombres, después de ser diagnosticada con cáncer de mama metastásico en estadio IV.

La vida puede cambiar en un instante.

Eso lo vivió Molly a los 38 años, cuando le diagnosticaron cáncer de mama con metástasis cerebral.

Hasta ese momento, era educadora infantil, esposa y amiga risueña. Su rutina giraba en torno a paseos con el perro, risas frente al televisor y una aparente normalidad. El diagnóstico lo trastocó todo: la certeza de la muerte cercana transformó su horizonte y su modo de vivir.

El matrimonio se quebró poco después de conocer el pronóstico terminal.

El divorcio llegó con la frialdad de un trámite, marcado por una frase sincera: “No es culpa tuya ni mía. Simplemente, no podemos con esto”, confesó Molly a su marido mientras firmaban los papeles.

Para ella, ese abismo abierto fue el detonante de una búsqueda desesperada por sentido e intensidad.

Una odisea sexual radical

Frente a la cuenta atrás vital, Molly eligió explorar su sexualidad como última resistencia. Usando aplicaciones de citas y anuncios, se embarcó en una odisea íntima con más de 200 hombres. Siempre era honesta sobre su enfermedad: “Tengo cáncer. Es terminal. Y quiero ser honesta contigo antes de que sigamos”, decía antes de cada encuentro.

Sus citas transcurrían en hoteles baratos, apartamentos alquilados o incluso en su propio coche. Molly no buscaba compasión, sino intensidad y presencia. “Quería sentirme deseada, libre y presente. No me importaba si me juzgaban o me llamaban loca. Tenía miedo de salir de este mundo sin haber sentido todo lo que aún podía sentir”, relató en el pódcast Dying for Sex.

El sexo se convirtió en su modo de existencia. “Si el placer era lo único que podía controlar, me aferraría a él con uñas y dientes”, confesó sin pudor. Para Molly, el cuerpo enfermo era territorio inexplorado; cada encuentro era un diálogo entre deseo y miedo.

El pódcast “Dying for Sex”: testimonio sin filtros

Toda esta experiencia quedó registrada en el pódcast Dying for Sex, presentado por su mejor amiga Nikki Boyer. El espacio sirvió como diario íntimo donde Molly narraba sin filtros las vergüenzas, los límites impuestos por la enfermedad y la urgencia por vivir fuera del juicio ajeno.

En una conversación memorable, Molly admitió: “Soy egoísta. Por primera vez en mi vida me lo permito. Nadie que tenga fecha de expiración debería preocuparse por cumplir las expectativas de los demás”. Esa honestidad radical convirtió su historia en un fenómeno mediático que desafió los relatos tradicionales sobre pacientes terminales: Molly no buscaba inspiración, buscaba sentido propio.

El pódcast fue grabado antes de su muerte en 2019 y más tarde se adaptó a libro y serie televisiva. La actriz Michelle Williams interpretó a Molly en la versión para Disney+, mientras Nikki Boyer tuvo un cameo especial como “prima Sheila”.

El papel esencial de la amistad

La figura constante e imprescindible fue Nikki Boyer, que pasó de ser confidente a sostén emocional y logístico durante la etapa más dura: gestionando medicinas, acompañando al hospital y escuchando confesiones dolorosas. Su vínculo se fortaleció hasta convertirse en el centro del relato público.

Nikki contó que acompañar a Molly significó atravesar el desgaste emocional del tránsito hacia la muerte, pero también redescubrir el valor del apoyo incondicional. En el pódcast se abordaron temas delicados como el trauma, el deseo y la dignidad frente a la enfermedad terminal.

Perfil y curiosidades sobre Molly Kochan

  • Edad al morir: 38 años.
  • Profesión: Educadora infantil.
  • Estado civil: Divorciada tras quince años de matrimonio.
  • Relaciones sexuales: Más de 200 hombres tras el diagnóstico.
  • Testimonio público: Su historia fue narrada íntegramente por ella misma en Dying for Sex.
  • Frases célebres:
    • “El sexo era mi modo de existencia.”
    • “No hay ninguna regla cuando ya has perdido todo lo que podías perder.”
    • “Si asusta, probablemente hay que intentarlo.”
  • Curiosidades:
    • Siempre avisaba a sus parejas sobre su cáncer antes del sexo.
    • Sus encuentros sucedieron en hoteles baratos, apartamentos alquilados o incluso coches.
    • Su historia generó controversia e inspiración en igual medida.
    • El pódcast se adaptó a libro y serie; Michelle Williams protagonizó la versión televisiva.
    • Nikki Boyer fue más que amiga: asumió roles familiares durante los últimos años.

Impacto social y reflexión final

La historia de Molly Kochan invita a repensar los tabúes sobre sexo y enfermedad terminal. Vivir intensamente cuando el tiempo se agota puede resultar incómodo para muchos; para otros es una lección sobre libertad y autenticidad radical.

Su testimonio no solo desafió prejuicios sociales sino también los límites personales: ante la cercanía de la muerte, decidió experimentar todo lo posible sin preocuparse por las expectativas ajenas.

La voz directa de Molly sigue resonando: “Si asusta, probablemente hay que intentarlo”. Su legado es un recordatorio incómodo pero necesario sobre cómo reinventarse ante el abismo existencial.

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