TENDENCIA Y BIENESTAR EN LA VIDA URBANA

La revolución verde en casa: ¿que pasa en la mente de las personas que llenan su hogar de plantas?

Más allá de la moda, cultivar plantas en casa revela mucho sobre nuestra mente, emociones y hasta nuestro sentido del humor verde

La revolución verde en casa: ¿que pasa en la mente de las personas que llenan su hogar de plantas?
Urban jungle Agencias

No es una coincidencia que las redes sociales estén plagadas de fotos de interiores rebosantes de plantas, ni que la palabra “urban jungle” se haya colado en el vocabulario cotidiano.

En el fondo, el fenómeno de llenar la casa de vegetación va mucho más allá de la estética: responde a necesidades emocionales, psicológicas y hasta sociales que marcan nuestro tiempo.

Desde el confinamiento hasta la vida acelerada en las ciudades, rodearse de plantas se ha convertido en una especie de refugio natural.

Para muchos, cuidar del pequeño ecosistema doméstico es un acto simbólico de protección y construcción de un espacio propio donde respirar y reconectar con lo esencial.

Plantas y psicología: lo que dice la ciencia sobre tu “yo botánico”

Numerosos estudios han demostrado que convivir con plantas no solo mejora el ánimo, sino que también puede ser un excelente antídoto contra el estrés y la ansiedad. La investigadora Marjolein Elings, de la Universidad de Wageningen, ha comprobado que la jardinería y el simple hecho de cuidar plantas ayudan a disminuir la presión arterial y favorecen la inclusión social, sobre todo en personas que han atravesado situaciones complicadas como duelos o enfermedades.

La psicóloga ambiental Sally Augustin señala que quienes llenan su casa de plantas suelen ser personas organizadas, armónicas y con tendencia a crear espacios seguros. Pero hay más: este hábito puede revelar rasgos como sensibilidad, creatividad y empatía. Según los expertos, también puede estar relacionado con un deseo —muy humano— de ejercer cierto control sobre el entorno: si no podemos dominar el caos exterior, al menos podemos asegurarnos de que nuestro ficus sobreviva una semana más.

El color verde: más que una cuestión decorativa

La Psicología del Color asocia el verde con la tranquilidad y la creatividad. Por eso no es raro que las plantas mejoren la concentración y ayuden a liberar tensiones en espacios de trabajo o estudio. Además, cuidar seres vivos estimula la responsabilidad y fortalece el vínculo con la naturaleza.

Beneficios tangibles (y medibles) del “hogar selvático”

No todo es metafísico cuando hablamos del poder de las plantas. Diversas investigaciones científicas han puesto números a sus beneficios:

  • Reducción del estrés: Cuidar plantas disminuye los niveles de cortisol —la famosa “hormona del estrés”— y promueve estados de ánimo positivos.
  • Mejora del aire: Muchas especies filtran toxinas y liberan oxígeno, mejorando así la calidad ambiental.
  • Aumento de la productividad: Tener vegetación en lugares donde trabajamos o estudiamos incrementa la atención y el rendimiento.
  • Mejor sueño: Algunas variedades, como el jazmín o los helechos, favorecen el descanso nocturno.

Por si fuera poco, cuidar del vergel doméstico es una forma ideal de practicar atención plena o mindfulness. El simple acto de regar o limpiar las hojas ayuda a centrar la mente en el presente y reduce pensamientos negativos recurrentes.

Plantas como espejo emocional (y barrera simbólica)

¿Sabías que llenar tu casa de plantas puede indicar un deseo profundo de privacidad? Algunos especialistas interpretan esta pasión como una forma simbólica de construir barreras emocionales frente al exterior. En otras palabras: tus potus no solo decoran tu salón, también pueden estar diciéndole al mundo (y a tu cuñado pesado) que necesitas tu propio espacio vital.

Para quienes atraviesan momentos complicados —rupturas, soledad o pérdidas— las plantas actúan como compañeras silenciosas. Cuidarlas crea rutinas reparadoras y refuerza la sensación de pertenencia al entorno.

Jardinería interior: autocuidado con raíces

Lejos del cliché del “abuelo jardinero”, hoy sabemos que dedicar tiempo a las plantas es una forma activa de autocuidado emocional. Al centrarse en tareas sencillas —regar, trasplantar, podar— se genera un paréntesis mental saludable. Y lo mejor: cada nueva hoja es motivo para celebrar pequeñas victorias cotidianas.

Además, quienes cuidan muchas plantas suelen desarrollar mayor paciencia y tolerancia a la frustración. Porque nada enseña más sobre esperar resultados que mirar cómo crece (lentamente) un cactus.

Curiosidades científicas para amantes del verde

  • Las plantas también duermen: Muchas especies cierran sus hojas por la noche gracias a movimientos llamados nastias. Este mecanismo les ayuda a mantener mejor hidratación e incluso protegerse del frío nocturno.
  • Comunicación vegetal: Investigaciones recientes han demostrado que algunas plantas emiten señales químicas para avisar a sus vecinas cuando están siendo atacadas por plagas.
  • “Plantas tímidas”: La Mimosa pudica reacciona al tacto cerrando rápidamente sus hojas; se cree que es una estrategia para ahuyentar a posibles depredadores.
  • El aire más puro: La NASA incluyó helechos, sansevierias y pothos en su lista de especies capaces de filtrar formaldehído, benceno y otros tóxicos habituales en interiores urbanos.

Anécdotas verdes: historias entre macetas

En 1986, un grupo de científicos olvidó regar durante meses un ejemplar de Zamioculcas zamiifolia en un laboratorio… Solo para descubrir después que había sobrevivido imperturbable. Desde entonces se le conoce cariñosamente como “la planta indestructible”.

En Japón existen concursos anuales donde se premia al bonsái más antiguo aún vivo; algunos llevan más de 400 años pasando generación tras generación.

Y para los despistados crónicos: hay quien dice que tener un cactus es como tener una mascota zen; si sobreviven a tus olvidos recurrentes… merecen medalla.


Ser aficionado a las plantas —o directamente adicto— es mucho más que moda pasajera. Es una declaración silenciosa (pero exuberante) sobre cómo queremos vivir: rodeados de belleza viva, respirando calma… y quizás buscando un poco más de control sobre nuestro pequeño mundo interior.

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