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El hígado es uno de los órgano más grandes que tenemos. Entre sus funcionalidades está extraer los nutrientes esenciales durante la digestión de los alimentos, almacenar azúcares para aportar energía al organismo, filtrar las sustancias tóxicas, alcohol y fármacos, y eliminarlas posteriormente.
En mayor o menor medida, todos los alimentos que consumimos requieren que el hígado trabaje, pero no lo hace de la misma forma, cuando son difíciles de digerir, aumenta su trabajo.
Los vegetales, el mejor aliado. Espárragos, brócoli, berros, col, coles de Bruselas, ajo y cebollas son ideales para este órgano, poseen un potente antioxidante que protege las células hepáticas de las agresiones causadas por los radicales libres.
La papaya y el aguacate, ayudan a mantener un hígado saludable. La papaya favorece la digestión y evita la producción de gases, desintoxica este órgano, por tanto, previene el hígado graso. Por su parte, el aguacate ayuda a la excreción diaria de toxinas a través de la bilis y las heces.
Un puñado de nueces. Las nueces contienen ácidos grasos insaturados, vitamina E y antioxidantes. Estos compuestos pueden ayudar a prevenir el hígado graso, reduce la inflamación y el estrés oxidativo.
En el lado opuesto se encuentran los alimentos que hay que evitar para no dañar este órgano como el alcohol, los carbohidratos refinados, alimentos envasados, enlatados y ahumados, grasas saturadas y trans, ya que son difíciles de digerir.
