Para los independentistas catalanes o vascos debió resultar insoportable el concurso de televisión MasterChef, que finalizó su quinta temporada presentando a unos españoles de distintas comunidades, incluidas las suyas, que maridaron un conjunto de cocinas propias tan melodioso como el mejor plato de un restaurante tres estrellas Michelin.
Esta vez un programa de televisión ratificó, en primer lugar, que hay un idioma común que aunque lo desprecien los independentistas logra por ejemplo que una recia jubilada vasca se vuelva casi madre de una cándida policía nacional sevillana.
O que una bloguera barcelonesa se enamore de un bello futbolista granadino o que los tres jueces, grandes cocineros, uno de ellos catalán, sepan entretener a toda España, incluso a la gente de las regiones cuyos participantes no habían llegado a la final…
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