Cuando a las 15,37 de 27 de octubre de 2017 el Parlamento autonómico catalán se proclamó independiente de España con apoyo de 70 de sus 135 diputados –65 ausentes, en blanco o noes–, comenzó esa nueva vida al canto de “Els Segadors”.
Un himno de asesinatos y decapitaciones en una de cuyas estrofas originales se dice “Amb la sang dels castellans ens farem tinta vermella”, “Con la sangre de los castellanos haremos tinta roja”.
Imponer en 1993 como himno autonómico uno violento– tres quinquenios después de recuperar la Generalidad–, mostraba a intención maligna de Jordi Pujol para inducir a las nuevas generaciones en el odio a los castellanos, que para los nacionalistas somos los demás españoles.
Un mal nacimiento, con mal fario o mal de ojo para los supersticiosos, lo que lleva a algo que para el pensamiento científico es absolutamente rechazable, detestable, pero que debe reseñarse, y que como casualidad/causalidad alegrará a los agoreros…
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