Cuando se lee la sentencia que condena a cinco años de cárcel y seis sin la custodia de sus hijos a Juana Rivas se descubre que fue víctima de sí misma y de las feministas que la manipularon agitándola como una mártir de género sabiendo que al secuestrar a sus dos hijos podría terminar así.
El feminismo radical sabe sus eslóganes consiguen con frecuencia que el hombre denunciado por una mujer sea declarado culpable; pero a veces no ocurre porque hay pruebas de la inocencia del varón y de la mala intención de ella.
O cuando los jueces quieren descubrir la intrahistoria de los casos y no obedecen a los juicios populares manipulados por mafias, sean de delincuentes o de género.
Los malos tratos sufridos por Juana Rivas surgen de una pelea matrimonial…
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