Estimado Gabriel Cruz: acaba de confesar usted que es tal su sentimiento de culpa por su relación con Ana Julia Quezada, asesina confesa de su hijo Gabriel, que a veces siente la tentación de suicidarse.
No lo haga porque divulgar el origen de su dolor puede guiar a personas como usted que, erróneamente no analizan la calidad humana ni el verdadero carácter de quienes se relacionan con ellas afectiva o íntimamente.
Aunque inevitablemente recordará el drama que concluyó con la sádica muerte de su hijo de ocho años al que llamaban cariñosamente Pescaíto y que había desaparecido el 27 de febrero de 2018.
Su cadáver había sido ocultado por esa mujer con la que usted convivía y que aparentaba mayor dolor por el niño que su propia familia…
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