La fascinación que siente el llamado progresismo por el islamismo le lleva a detestar los hechos y mitos de la historia de España, y a negar la trascendencia simbólica de la batalla de Covadonga, inicio de ocho siglos de guerras cristianas contra la invasión musulmana.
Lamentan la Reconquista, emprendida por restos de la antigua Hispania celtíbera y romana, y del reino visigodo cristianizado de Toledo porque añoran un mundo islámico de orientalismo romántico pero de machismo oculto.
Rechazan el término Reconquista. Alegan que nació en el siglo XIX, olvidando que fue como ocurre siempre: también surgieron mucho después de que ocurrieran las definiciones de Edad Media, Renacimiento, Siglo de Oro o la Era Moderna, que se ha quedado antigua.
Se enternecen imaginando España bajo el islam, restándole valor al triunfo real de pueblos con una religión y con mitos creadores más o menos reales de una nueva realidad histórica: Covadonga y Santiago fueron sus impulsores…
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