¿Cómo hemos llegado a imaginar que a un Dios Amor se le pueden "arrancar" favores personalizados a través de influencias humanas?
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(Jairo del Agua).- A un niño de seis años le preguntaron quienes eran los santos. Y dio esta respuesta magistral: «Un santo es quien deja pasar la luz«. Sin duda en su imaginación estaban las vidrieras de la iglesia a la que le llevaba su madre.
Es evidente, los santos dejan pasar la luz de Dios hacia nosotros. Esa transparencia es su santidad. Pero nosotros hemos invertido el tráfico y les hemos convertido en los encargados de recordarle a Dios sus deberes.
Los santos son personas humanas que nos muestran lo que se puede conseguir cuando nos abrimos a la luz de Dios, a la maravillosa «influencia divina», a la potencialidad de su Reino.
Pero, para un «buen católico», son todo lo contrario. Son los que tienen «influencia humana» sobre Dios y le pueden hacer llegar nuestras necesidades, abrir su puño cerrado y sacarle alguna dádiva (bajo previa instancia nuestra, por supuesto).
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