Subir en el escalafón, escalar peldaños hasta llegar a la mitra o a la birreta cardenalicia, sueño dorado de los trepas con sotana
(J. M. Vidal).- El Papa sigue marcando la hoja de ruta de su revolución tranquila, que comienza por su propia casa vaticana. Y concreta, incluso, el perfil de sus ayudantes. Tiene claro como no los quiere: Fuera los chismosos. Y también como deberían ser: «Santos, profesionales y servidores«. Tres cualidades que van a marcar los nombres de los nuevos curiales de Francisco, la nueva hornada de altos, medios y bajos funcionarios de la maquinaria vaticana. Absténganse carreristas y cotillas.
La primera cualidad, la de la santidad de vida, la marca el Papa como una meta o, mejor dicho, como un camino a recorrer. Hasta ahora ese proceso consistía, para muchos eclesiásticos arribistas, en la búsqueda incesante del ‘cursus honorum’.
Subir en el escalafón, escalar peldaños hasta llegar a la mitra o a la birreta cardenalicia, sueño dorado de los trepas con sotana. Y hay muchos, porque la máxima tentación del clero es el poder.
Y para buscarlo disponen de mucho tiempo y muchas energías: no tienen mujer que cuidar ni familia que sostener. El celibato tiene sus inconvenientes, pero también sus ventajas en forma de tiempo disponible…para hacer el bien o buscar el mal. Y ya se sabe que «corruptio optimi pessima» (La corrupción de los mejores es la peor de todas).
Para leer el artículo completo, pincha aquí: