España es, junto con Lampedusa y Arizona, uno de los puntos calientes de la inmigración. Somos hijos de emigrantes, y esto a veces la sociedad española lo ha olvidado
(Jesús Bastante).- «Nos indignan algunos tratos dados a los inmigrantes, como las devoluciones sumarias. Hay que verificar si las personas pudieran ser acreedoras del asilo político, ser víctimas de la trata o necesitadas de asistencia sanitaria urgente antes de expulsarlas». El obispo de Albacete y presidente de la Comisión Episcopal de Migraciones, Ciriaco Benavente, presentó este mediodía el mensaje de los obispos para la Jornada de este año, que lleva por lema «Una Iglesia sin fronteras, madre de todos«.
Benavente hizo estas declaraciones en el transcurso de un desayuno de prensa, que arrancó con una presentación del portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, quien quiso trasladar la «condena de la CEE y su repulsa por el atentado sufrido ayer por la revista Charlie Hebdo«.
«Como periodista me duele enormemente este atentado a compañeros que ejercen un servicio desde el humor satírico, pero necesario también en las sociedades democráticas y libres«, añadió el portavoz, quien quiso unirse a la repulsa manifestada por el Papa esta mañana durante la misa de Santa Marta. «La violencia de este tipo es más dolorosa, porque pervierte la religión si se usa el nombre de Dios. La violencia es radicalmente una ofensa a Dios y a su imagen, que es el ser humano».
Tras ello, monseñor Benavente incidió en que «la Iglesia siempre parte de su inquietud por los más pobres, los vulnerables, los necesitados. Queremos escuchar el eco de la voz de los que sufren«, invitando a construir «una Iglesia sin fronteras».
«Jesús aparece como un hombre sin fronteras», subrayó el obispo, quien señaló cómo en España había censados 5 millones de extranjeros. «Cuando todos presumimos de ser ciudadanos del mundo, todavía hablamos de extranjeros», apuntó, denunciando el «rechazo» que en ocasiones se da al otro. Benavente denunció la aparición de mafias y de «las nuevas formas de esclavitud, como la trata de personas, en cuyas llagas sigue sangrando Cristo».
En el mensaje, los obispos subrayan que el Papa «ha dirigido a toda la Iglesia un mensaje estimulante, luminoso y profético, que nos invita a contemplar a Jesús, el evangelizador por excelencia y el Evangelio en persona, a dejarnos sorprender por su solicitud en favor de los más vulnerables y excluidos, a reconocer su rostro sufriente en las víctimas de las nuevas formas de esclavitud, a acoger su palabra, tan clara, tan contundente: ‘Fui forastero y me acogisteis'».
Sobre el fenómeno migratorio, la CEE señala que «hay que responder con la globalización de la caridad y de la cooperación. Ello implica intensificar los esfuerzos para crear condiciones de vida más humana en los países de origen, y una progresiva disminución de las causas que originan las migraciones, sobre las que hay que actuar».
«Hay instituciones que están trabajando codo con codo con los inmigrantes», indicó Benavente, quien pidió «unir esfuerzos, coordinarnos, para ser más eficaces». «Nos siguen doliendo los numerosos hacinamientos inhumanos».
«Reconocemos el derecho de los estados para regular los flujos migratorios, y debemos reconocer que han sido miles las vidas salvadas en nuestras costas. Pero nos indignan algunos tratos, o las devoluciones sumarias», añadió, apuntando que «nos gustaría que se analizara antes si estas personas necesitan asistencia médica, o ser refugiados».
«El Papa nos ha dicho que no podemos tolerar que el mar Mediterráneo se convierta en un gran cementerio, y ha invitado a una acción más eficaz e incisiva, una red universal de colaboración, que ponga en el centro a la persona frente a las redes de mafias», clamó el obispo, quien pidió que, frente a «la globalización del fenómeno migratorio se responda con la globalización de la caridad y la cooperación«.
A su vez, el obispo mostró su preocupación por la caída de los fondos de la cooperación internacional. «No nos cansaremos nunca de abogar por un mundo más justo», proclamó, para después añadir que «nos duele que los recortes afecten a un aspecto tan importante como la colaboración internacional. Porque en la medida en que se levanten esos países, se irá frenando la inmigración. Las personas, cuando ven futuro, no se ven obligadas a emigrar. Que no haya recortes en un aspecto tan importante, que a la larga nos beneficia. Sería un egoísmo inteligente».
Por su parte, José Luis Pinilla, sj., responsable de la Comisión Episcopal de migraciones, agradeció la labor del Papa Francisco, que «lleva en su ADN la inmigración». «La fuerza de la presencia de un ‘papa emigrante’ está reforzando la presencia de la Iglesia en beneficio de la sociedad y del hombre, porque coloca a la persona como eje central de su actuación».
«España es, junto con Lampedusa y Arizona, uno de los puntos calientes de la inmigración. Somos hijos de emigrantes, y esto a veces la sociedad española lo ha olvidado», señaló Pinilla, quien añadió que «para nosotros, los inmigrantes son una riqueza».
Finalmente, Gabriel Delgado, delegado de migraciones en Cádiz y Ceuta, ofreció su experiencia de más de 20 años «intentando construir puentes entre ambas orillas». En este sentido, resaltó las «dos fotografías de la inmigración». La más conocida, «la de las rutas de la desesperación». Otras, la que se dibuja en las llamadas «operaciones del Paso del Estrecho», y que demuestra, en su opinión, que «los inmigrantes están construyendo un mundo mejor.
«Somos testigos en primera línea del dolor y el sufrimiento, y ahí intentamos acompañar. Las dos orillas lloramos los mismos dolores. Cerca de 7.500 inmigrantes sin documentación, que han llegado por distintos medios», indicó Delgado, quien lamentó la muerte, este año, de 73 inmigrantes, de ellos 35 cadáveres recuperados y 38 desaparecidos. De ellos, 15 bebés muertos y desaparecidos.
«Nunca nos llegamos a acostumbrar a la muerte de inmigrantes. Nos sentimos impotentes y con una fuerte rebeldía interior. Nunca llegamos a acabar con estas situaciones», proclamó.