Una marea de escuadras y batallones formados por alumnos de todos los grados se apoderó de la plaza
(César Luis Caro).- La plaza estaba abarrotá cuando subí del desayuno, a full de gente, las autoridades ya colocadas en primera fila al pie de las gradas de la iglesia en sus sillas de plástico, ruidos de pruebas de megafonía y afinamientos de la banda del colegio Toribio, pancartas y carteles en cada rincón, cientos de uniformes de todos los colores y estilos… El día de la fiesta nacional, el Perú en estado puro.
Antes, a las 8, en la misa de «tedeum» solicitada por la gobernación, había mucho menos público, apenas 15 personas al comenzar y unas 50 al terminar. La secularización es también acá una realidad rampante, aunque tiene que profundizarse más. De hecho, apenas la alférez Shirley Grández me vio llegar, me jaló del brazo hasta llevarme a ocupar mi sitio entre las autoridades. Ay, Diosito.
A esas alturas ya el speaker llevaba rato poseído por una verborrea incansable, cómo será capaz de parlotear tanto y tan seguido, es que no callaba. Y venga con el fin de la esclavitud y la colonización, y dale con la liberación del opresor español… 194 años después seguimos con lo mismo. Al menos el gobernador estuvo mas atinado en su discurso, donde se refirió a «los yugos de hoy», la tiranía del mercado, el dominio salvaje de la economía que asola tierra y espíritu. Muy bien.
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