Francisco reclama "profetas de la esperanza" frente a los "profetas de desventuras"

«La Iglesia necesita que todos seamos profetas»

"Un verdadero profeta es aquel capaz de llorar por su pueblo y de decir cosas fuertes cuando debe"

"La Iglesia necesita que todos seamos profetas"
Francisco, contra los falsos profetas

El profeta es el que reza, mira a Dios, mira a su pueblo, siente dolor cuando el pueblo se equivoca, llora - es capaz de llorar sobre el pueblo - pero también es capaz de jugársela bien para decir la verdad

(J. Bastante/Vatican News).- El verdadero profeta no es un «profeta de desventuras». «El verdadero profeta es un profeta de la esperanza». Así lo ha resaltado el Papa Francisco en su homilía de esta mañana en Casa Santa Marta. Una misa en la que ha subrayado cómo «la Iglesia necesita que todos seamos profetas«.

Profetas que «sean capaces de llorar sobre el pueblo que no lo escucha», proclamó Bergoglio. Tomando la lectura de los Hechos de los Apóstoles, el Pontífice subrayó cómo los profetas precedentes habían sido perseguidos por sus padres, también estos ancianos y escribas, con sus corazones que «se consumían de rabia» se lanzaron contra Esteban, «»y arrastrándolo fuera de la ciudad, lo apedrearon».

«Cuando el profeta llega a la verdad y toca el corazón, el corazón se abre o el corazón se vuelve de piedra, y se desencadena la rabia, la persecución. Así termina la vida de un profeta», subrayó.

Y es que, apuntó Francisco, la verdad muchas veces es incómoda y no agradable de escuchar. «Los profetas siempre han tenido estos problemas de persecución para decir la verdad», proclamó.

«Pero, ¿cuál es para mí la prueba de que un profeta cuando habla en voz alta dice la verdad? Es cuando este profeta es capaz no sólo de decir, sino también de llorar sobre el pueblo que ha abandonado la verdad. Y Jesús, por una parte, le reprocha con esas palabras duras; ‘generación perversa y adúltera’ dice por ejemplo; y por la otra parte llora por Jerusalén. Ésta es la prueba: un verdadero profeta es aquel capaz de llorar por su pueblo y también de decir cosas fuertes cuando debe decirlas. No es tibio, es siempre así: directo».

 

 

«Abrir puertas, sanear las raíces, restaurar la pertenencia al pueblo de Dios para seguir adelante. No es ‘por oficio’ un reprochador… No, él es un hombre de esperanza. Reprocha cuando es necesario, y abre las puertas mirando el horizonte de la esperanza. El verdadero profeta, si hace bien su trabajo, se juega la piel», añadió.

Así, Esteban muere ante la mirada de Saúl, para ser coherente con la verdad. Y el Papa cita una frase de uno de los primeros padres de la Iglesia: ‘La sangre de los mártires es la semilla de los cristianos‘.

«La Iglesia necesita de los profetas. Diré más: necesita que todos nosotros seamos profetas. No críticos, esto es otra cosa. Una cosa es el juez siempre crítico a quien nada le gusta, ninguna cosa le gusta: ‘No, esto no esto no va bien, no va bien, no va bien. Esto debe ser así…». Ése no es un profeta. El profeta es el que reza, mira a Dios, mira a su pueblo, siente dolor cuando el pueblo se equivoca, llora – es capaz de llorar sobre el pueblo – pero también es capaz de jugársela bien para decir la verdad».

«Que no le falte a la Iglesia – concluyó el Santo Padre – este servicio de la profecía, para ir siempre hacia adelante».

 

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Autor

Jesús Bastante

Escritor, periodista y maratoniano. Es subdirector de Religión Digital.

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