El primer reactor de fusión nuclear funcionará en diez años

Un mundo de electricidad barata, limpia y abundante

La tecnología solar se convertirá en la primera generadora de electricidad a nivel mundial

Un mundo de electricidad barata, limpia y abundante
Juan Martínez Barea. PD.

A lo largo de los últimos años, los españoles hemos asistido a un encarecimiento constante del recibo de la luz, por no hablar de los costes energéticos para las empresas y su impacto sobre la competitividad y el empleo. Estas preocupaciones, sin embargo, podrían tener los días contados ante el inmenso calado de los cambios que están teniendo lugar en el sector energético.

El primero de los cambios tiene que ver con las energías renovables y, más en concreto, con la solar. Según dos informes recientes de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la energía solar fotovoltaica y la termosolar pueden convertirse, de aquí al año 2050, en la principal fuente de producción de electricidad de la Tierra, por delante de las centrales térmicas, los ciclos combinados, las centrales hidráulicas y nucleares o los parques eólicos. De acuerdo con estos estudios, la energía fotovoltaica podría generar hasta el 16% de la electricidad mundial, mientras que la termosolar podría aportar un 11% adicional.

Además, estas tecnologías tendrían un impacto muy positivo sobre el medio ambiente. La AIE estima que, combinadas, estas fuentes de energía solar evitarían la emisión de más de 6.000 millones de toneladas de dióxido de carbono por año en 2050, que es más que todas las emisiones relacionadas con la energía de Estados Unidos, o la casi totalidad de las emisiones directas actuales del sector del transporte en todo el mundo.

Juan Martínez-Barea, embajador en España de la Singularity University y autor del libro ‘El mundo que viene’, estima, por su parte, que con la evolución exponencial que registra la capacidad de generación de electricidad de las células fotovoltaicas, en 2028 la fotovoltaica podrá producir toda la electricidad que consume el mundo. Según expuso recientemente en una conferencia organizada por la Fundación Rafael del Pino, cada dos años se duplica la capacidad instalada de energía fotovoltaica, al tiempo que el coste de producir un watio con esta tecnología se ha reducido de 75 dólares en 1970 a 0,70 dólares en 2013. De consolidarse esta tendencia, los hogares podrían dejar de pagar la factura de la luz mediante la instalación en los edificios de placas fotovoltaicas para producir electricidad y calentar el agua para la calefacción y el uso doméstico.

La segunda fuente de energía abundante y barata sería la fusión nuclear. La semana pasada, la empresa estadounidense Lockheed Martin Corp. anunció que ha conseguido un avance tecnológico importante en el desarrollo de una fuente de energía basada en la fusión nuclear. Asimismo, la empresa indicó que los primeros reactores de fusión nuclear, que cabrán en un trailer, podrían estar listos para su utilización en diez años.

La fusión nuclear es una reacción nuclear en la que dos núcleos de átomos ligeros, en general el hidrógeno y sus isótopos (deuterio y tritio), se unen para formar otro núcleo más pesado. En el proceso se libera energía. Esta es la forma de producción de energía del sol y las estrellas.

La gran ventaja de la fusión nuclear es que los combustibles que utiliza son baratos, abundantes, no radiactivos y repartidos de forma uniforme, ya que el agua de los lagos y los océanos contiene hidrógeno pesado suficiente para producir energía durante millones de años, al ritmo de consumo actual. El sistema de producción es seguro porque el reactor sólo contiene el combustible para los diez segundos siguientes de operación. Además el medio ambiente no sufre ninguna agresión: no hay contaminación atmosférica que provoque la ‘lluvia ácida’ o el ‘efecto invernadero’. Por último, la radiactividad de la estructura del reactor, producida por los neutrones emitidos en las reacciones de fusión, puede minimizarse si se escoge cuidadosamente los materiales.

El principal inconveniente de la fusión nuclear, que la hace más peligrosa, es la seguridad, pues su uso recae sobre la responsabilidad de las personas y estas reacciones son muy inestables. Decisiones irresponsables pueden provocar accidentes como en las centrales nucleares pero, en este caso, mucho peores. Y también genera residuos radiactivos, aunque en menor medida que las centrales nucleares, cuyos residuos ya se pueden reutilizar en un 95%.

¿De qué dependerá que esta revolución energética se materialice? La Agencia Internacional de la Energía lo dice con claridad: de la actitud de los gobiernos frente a estos tipos de energías, de su regulación y de las certidumbres de que los marcos regulatorios serán estables.

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Autor

Emilio González

Emilio González, profesor de economía española, europea y mundial en la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad Autónoma de Madrid.

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