El Acento

Antonio Florido

Doctor Mario Crocco IV

La deflección filogénica.

Los retrocesos («saltos» hacia la izquierda que interrumpen la curva) marcan retrocesos en estabilidad (graficada, pues, en la abscisa o dirección horizontal del gráfico) al insertarse cada modalidad de interacción física en la integración (creciente con la ordenada o dirección vertical del gráfico) de las estructuras compuestas por el subproceso integrativo de la evolución astrofísico-biológica (subproceso que aproxima a esta al camino de la menor acción para aumentar su entropía). Esos retrocesos mostraron que la selección natural de contenidos mentales para la regulación de organismos empsiqueados (individuales) aparta del camino más corto dicho subproceso (colectivo: esto es, la formación de la biósfera que incluye esos organismos) y por tanto opera como cualquier otra modalidad de acción física, apartando un «móvil» (dicha evolución biosférica) de la trayectoria de menor acción que traía — encuadrándose pues en la definición newtoniana de fuerza y correspondiéndole, por eso, vectores o portadores de su acción mecánica («action carriers») específicos, en el contexto de una naturaleza donde los elementos de la materia son campos de fuerza continuamente distribuídos por todo el espacio (como se convalidó a partir de los experimentos de difracción de electrones de 1927, terminando por establecerse experimentalmente que toda la materia conocida en nuestro ambiente está hecha de quarks, leptones, y «partículas de fuerza» que los combinan) y no una colección de partículas atomísticas. La verificación de aquel concepto, en su debido contexto (a saber, la introducción de los conceptos de eclosión existencial y de conocimiento como reacción causal), en 1976 permitió a Crocco llegar a la patente UK 1.582.301, el primer patentamiento en el mundo de un organismo vivo, por inserción del psiquismo en el arco sensoriomotor.

¿Todavía se puede hablar en serio de «otras dimensiones»?

¿En qué ámbito físico podrían cursar las emociones y sensaciones y desde allí encontrar incidencia biológica? Desde fines del siglo XIX, cuando los crédulos de ínfulas académicas querían ventear sus quimeras sobre fantasmas, los declaraban reales pero «habitantes de otras dimensiones». En cuanto cotorreo daba lugar volvía la misma vieja canción, de duendes y espectros invisibles, ahora detectables en el infrarrojo o el ultravioleta como lo «demostraban» los recientes desarrollos de una invención preservable sobre vidrio: el nuevo daguerrotipo, más genéricamente llamado fotografía. Las dimensiones adicionales parecieron asociarse a esa compañía espirituosa, pese a que los matemáticos, con sus ecuaciones a menudo irrestringidas en dimensionalidad, brindaban a dichas dimensiones adicionales un sentido preciso, operativo.
Crocco, enfrentando desde la tradición de Jakob el problema de las caracterizaciones subjetivas, las entendió desde el principio como reacciones físicas. Claro está, en la tercera «ley» de Newton (las comillas señalan que es una regularidad empírica, no un decreto), la reacción siempre se despliega sobre las mismas dimensiones de la acción: cuando me apoyo en la puerta, esta me sostiene en la misma modalidad o fuerza con que la aprieto; en este caso, en las dimensiones en que varía el electromagnetismo, que constituye tanto a mi cuerpo como a la puerta. No importa si la acción de apoyarme fue ocasionada desde otra modalidad de interacción, por ejemplo la gravedad si me apoyo inclinándome sólo con mi peso, o si además transmito una iniciativa psicológica mía, un miedo que me urja a impedir que la abran empujando desde afuera; tampoco es aquí significante que la reacción de la puerta a mi apoyo me presione conservando las interacciones de los quarks en sus nucleones y las de estos en los núcleos atómicos. Nada de eso importa aquí, porque lo que ante todo reacciona contra mi apoyo es la estructura electromagnéticamente mediada de los átomos. La presión de mi cuerpo sobre la puerta (acción, que la movería si pudiera soltarse del marco), y la reacción de la puerta sobre mi cuerpo, consisten en una única producción de fotones, partículas portadoras de la fuerza electromagnética, desde la interfaz donde las orbitales electrónicas de los componentes moleculares de mi ropa y mi cuerpo modifican a las orbitales electrónicas de las moléculas de la puerta. 7
Crocco lo tenía internalizado desde niño, porque, como narra en ¡Alma ‘e reptil!, jugaba con imanes redondos y con su reacción los ponía a disparar palitos. Acción y reacción newtonianas ocurren, por ende, por medio de esa generación de partículas específicas portadoras de fuerza, en las dimensiones de la misma fuerza en que se produce la interacción. No hay necesidad de complicar el presente relato proporcionando también ejemplos de acción y reacción newtonianas que ocurren en procesos mediados por las fuerzas nucleares, o por la aún mal teorizada gravitación.
La palabra «dimensión» viene del bajo latín ( s. XIV) dimetiri, que denota adónde medir (metiri). Crocco descubrió que solamente dos dimensiones físicas adicionales, emocionalidad y sentido como luego explicaré, bastan para intensificar y remitir todas las entonaciones subjetivas o caracterizaciones no estructurales con que reaccionan los psiquismos, testigos únicos de sus entonaciones en cada caso. Esas dos dimensiones, emocionalidad y sentido, se añaden a las tres sobre las que pueden aumentar o disminuir los cuerpos, a saber su largo o longitud, ancho o latitud, y espesor o grosor. El mundo cotidiano tiene pues cinco dimensiones físicas (largo, ancho y espesor de las cosas que se diferencian en el espacio continuo fuera de los psiquismos, y emocionalidad y sentido de las cosas que se diferencian en los espacios dentro de los psiquismos discontinuos), ya que el tiempo no constituye otra dimensión, por cuanto los intervalos no perduran y por ende el tiempo no es navegable, aunque para calcularlos deba aludirselos en bloque. Esas cinco dimensiones no son arbitrarias o puestas por el observador, sino constitutivas de la existencia de los observadores como parte del universo. Por eso son físicas. Estos observadores, además, en algunos casos desarrollan o inventan otras dimensiones operativas, es decir cursos recíprocamente condicionantes para desarrollar sus operaciones voluntarias, por ejemplo en espacios lógico-matemáticos (para igualdades e identidades mentables, por ejemplo), espacios mnésicos (rutas evocativas hacia pasados sueños, hacia nombres, hacia habilidades tales como emplear bicicletas, practicar deportes o emplear cubiertos de mesa) o espacios familiares (Crocco los ejemplifica señalando que, en ciertas estructuras antropológicas de parentesco, el tío de mi sobrino puedo ser yo, y en otras no), pero su estructura de posibilidades para actuar no es nativa del psiquismo que las desarrolla. En tal sentido, estos espacios operativos no son dimensiones físicas. También en la microfísica pueden existir más dimensiones, necesarias para describir matemáticamente ese ámbito8; pero las mismas no se hallan en el mundo físico que confrontamos directamente. Este se despliega sobre esas cinco dimensiones propias, las dos intramentales (donde evolucionan las entonaciones subjetivas) y las tres extramentales o del espacio fuera de cada psiquismo, en lo que Crocco nos enseñó a llamar hiato hilozoico: es decir, el hiato continuo donde los comportamientos son regulares, contrapuesto a los psiquismos separados donde los comportamientos pueden ser voluntarios.

Leer más: http://www.monografias.com/trabajos-pdf5/algunos-aportes-mario-crocco-neurobiologia-y-psicofisica/algunos-aportes-mario-crocco-neurobiologia-y-psicofisica.shtml#ixzz4aRrrCgFW

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Autor

Antonio Florido

Antonio Florido nació en Carmona (España), en 1965. Estudió Mecánica, Ingeniería Industrial y Ciencias Políticas. Aunque comenzó su oficio de escritor con la poesía, reconoce que se sintió tan abrumado por la densa humanidad de este género que tuvo que abandonarlo

Antonio Florido

Antonio Florido nació en Carmona (España), en 1965. Estudió Mecánica, Ingeniería Industrial y Ciencias Políticas. Aunque comenzó su oficio de escritor con la poesía, reconoce que se sintió tan abrumado por la densa humanidad de este género que tuvo que abandonarlo

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